lunes, 14 de noviembre de 2016

Imágenes para leer: los cuadros de castas y mestizajes de la Nueva España (IX)

Andrés de Islas - De español e india, mestizo
En esta entrada me voy a detener en otros dos representantes de las pinturas de castas, como son Juan Rodríguez Juárez y Vicente Albán.

Juan Rodríguez Juárez (ciudad de México, 1675-1728), perteneciente a una familia de pintores, creó una Academia de Pintura, junto a su hermano Nicolás, alrededor de 1722, a la que perteneció José de Ibarra, pintor ilustre y del que he reproducido muestras de su pintura en la entrada anterior, pintor que también dirigió una Academia de Pintura en 1753, donde acogió a una treintena de pintores, en su gran mayoría criollos.

Vicente Albán nació en Quito, Ecuador, hacia el año 1725. Es preciso señalar que en este ocasión no se trata de un pintor de la Nueva España, como todos los artistas anteriores que hemos ido comentando, pues en este caso es un pintor perteneciente al virreinato de Nueva Granada (instituido por Felipe V en 1717 y que abarcó gran parte de los actuales territorios de Ecuador, Colombia, Panamá y Venezuela). Las pinturas de Albán se apartan de las más conocidas de los artistas de la Nueva España en cuanto a su temática y a su interés, que responde más a los intereses clasificatorios del siglo ilustrado en cuanto a mostrar la botánica, árboles y frutos, como se aprecia en sus cuadros. Estos cuadros, encargados por Celestino Mutis (1732-1808), célebre iniciador del conocimiento científico de la botánica americana, formaron parte de las colecciones de Museo de Ciencias Naturales de Madrid y actualmente forman parte del Museo de América de la misma ciudad.

Juan Rodríguez Juárez

De castizo y española, produce español
De español y de india, produce mestizo
De español y mulata, produce morisca
De mestizo y de india, produce coyote
De mulato y mestiza, produce mulato es torna atrás

De mulato y mestiza, produce mulato es torna atrás (detalle)

Vicente Albán

Este artista quiteño es autor de un interesante conjunto de seis pinturas que responden a su preocupación por reflejar la vegetación y el colorido de los frutos de la región. Las figuras que representa son individualizadas y no aparecen formando grupos familiares, como en el caso de las castas de Nueva España. Las figuras se representan en primer plano y ataviadas con prendas características sobre un fondo paisajístico acompañado por distintos frutos. Es de destacar las dimensiones irreales y desproporcionadas de las frutas, lo que indica su intención y carácter ilustrativo destinado a un público europeo, al que acompaña descripciones de lo que entonces eran frutos exóticos en Europa, como los cocos, duraznos, aguacates, chirimoyas, piñas, guayabas, etc.

Los lienzos y personajes de Albán forman parte de un proyecto ilustrado que busca categorizar a hombres, animales y plantas. Para visualizar mejor el contenido de las 'cartelas' o leyendas que acompañan cada cuadro, tomo prestadas las descripciones de las mismas que aparecen en el siguiente enlace, del que me declaro deudor:



Señora principal con esclava negra


India en traje de gala



Yapanga de Quito

Indio principal de Quito con traje de gala



Indio Yumbo de las inmediaciones de Quito



Indio Yumbo de Naymas con su carga


©Antonio Lorenzo

lunes, 7 de noviembre de 2016

Imágenes para leer: los cuadros de castas y mestizajes de la Nueva España (VIII)

Círculo de Miguel Cabrera - De español e india, mestiza
Continuando con las pinturas de castas traigo en esta ocasión unas muestras representativas atribuidas al pintor José de Páez, a las que añadiré al final una pequeña selección de pinturas de José de Ibarra.

José de Páez (1720-¿1790?) fue uno de los artistas más prolíficos de la segunda mitad del siglo XVIII. Contemporáneo de otros pintores como José Cabrera o Andrés de Islas, trabajaron todos ellos en la elaboración de pinturas de castas, aunque su mayor dedicación estuvo orientada hacia la pintura de temática religiosa. Las pinturas de castas de Páez no corresponden a lienzos, sino a óleos sobre cobres de pequeño formato y los espacios donde se sitúan las escenas suelen corresponder a interiores y a ambientes relacionados con determinados oficios.

La pintura virreinal en España cuenta cada vez más con estudios que documentan su presencia en la península. En el caso de José Páez se ha documentado en la parroquia de San Miguel, en Marchena (Sevilla), un lienzo de la Coronación de la Virgen por la Santísima Trinidad atribuido al pintor que nos ocupa, según ha analizado Montes González, Francisco: "Un lienzo de la Coronación de la Virgen de José Páez en la parroquia de San Miguel de Marchena", en 'Laboratorio de Arte: Revista del Departamento de Historia del Arte, de la Universidad de Sevilla, Año 2010, nº 22).

De español y mestiza, castiza

De español y castiza, español

De español y negra, mulato
De español y negra, mulato (detalle)

De español y negra, produce mulato 

De español y negra, produce mulato (detalle)

De español y morisca, albina

De español y albina, tornatrás

 De albarazado y torna atrás, produce tente en el aire 

Indios bárbaros montaraces
Las pinturas que figuran a continuación pertenecen a José de Ibarra (1685-1756). De este pintor se conocen una serie de obras que tienen como peculiar característica el que en todas ellas aparecen las figuras representadas de cuerpo entero. 

José de Ibarra fue miembro de la academia del también pintor Rodríguez Juárez, quien lo nombró en 1722 como albacea testamentario. El propio Ibarra dirigió su propia academia de pintura en 1753, acogiendo entre sus miembros a otros pintores de posterior renombre, como Miguel Cabrera, considerado uno de los mejores representantes, tanto de pinturas religiosas como las de castas.

Sabemos que José de Ibarra era mulato, lo que viene a desmentir en parte la discriminación racial que se ha querido ver de forma exclusiva en las leyendas de estas pinturas. Estos creadores buscaban el reconocimiento institucional y oficial al mismo nivel que los españoles, por lo que no dudaron en ejercer prácticas discriminatorias sobre los negros y afromestizos.

Por otra parte, la vestimenta que utilizan los representados como indicador de su clase socioeconómica, relativizan las fronteras sociales y el acendrado racismo que, en juicio precipitado, algunos han querido ver en exclusiva en estas pinturas. Estas pinturas estaban destinadas en gran parte, bien es cierto que no única, a la exportación hacia España o a otros puntos, ya fuera encargada por altos funcionarios civiles o eclesiásticos a su regreso a la metrópoli tras su estancia en el virreinato.

De español e india, mestizo
De mestizo y española, castizo






















De castizo y española, español
De negro e india, lobo


Indios otomites
Antonio Lorenzo©

lunes, 31 de octubre de 2016

Imágenes para leer: los cuadros de castas y mestizajes de la Nueva España (VII)

Buenaventura José Guiol - De español e india, nace mestiza (ca.1770-1780)
En esta nueva entrada dedicada a las pinturas de castas, me voy a detener en la series pintadas por Luis Berrueco, conocido pintor pueblano del siglo XVIII y autor también de importantes pinturas de temática religiosa. Formado dentro de la corriente pictórica decorativista de la primera mitad del siglo XVIII, perteneció a una verdadera saga de pintores de igual apellido, y de lo poco que sabemos de su vida es que regentó una academia de pintores y que contrajo matrimonio en cuatro ocasiones. Según los datos aportados por los investigadores, su actividad artística podría situarse entre los años de 1717 a 1750. Aprendió el oficio en el taller de Juan Correa, artista mulato que desarrolló su trabajo desde 1675 hasta bien entrado el siglo XVIII, del que se conservan lienzos suyos en la catedral de la capital mexicana.

Algunos cuadros de Berrueco se han localizado en la isla canaria de Tenerife (Fraga González, Carmen: "Obras del pintor mexicano Luis Berrueco en Tenerife", Anuario del Instituto de Estudios Canarios, nº 44, 1999, pp. 77-90), algo que no es de extrañar si tenemos en cuenta la constante relación entre el virreinato de la Nueva España y las islas. El intercambio de piezas artísticas de todo tipo se producía a través de los navíos que recalaban en una u otra orilla. El encargo de pinturas para trasladarlas a España, fuera del propio virrey o de autoridades fue una práctica constatada, como el encargo del obispo auxiliar de Puebla, Juan Francisco de Loayza, a Luis Berrueco para que confeccionara un "lienzo dividido en 16 tableros, para remitir a España', según se recoge en un "manuscrito" del doctor Andrés de Arce y Miranda de 1746.

La primera serie se compone de cuatro composiciones donde se representan cuatro escenas de mestizaje. Cada una de las escenas va acompañada de un rótulo o leyenda que hace referencia al "grado" de mestizaje de los representados.


En esta primera escena observamos a la pareja de "gíbaro" con "loba" junto a una artesa que contiene la molienda de maíz, de los que quedan granos esparcidos por el suelo, y al fondo unos sacos almacenados.


La siguiente escena se sitúa en la calle; el hombre sostiene unos zapatos nuevos en una mano mientras el niño juega subido a un caballito de juguete y la mujer aparece con un cuenco en su mano derecha en actitud de ofrecérselo al hombre.



En la tercera escena se representa a un hombre junto a un carro y con un látigo en su mano derecha, se supone que para azuzar a las caballerías. Junto a él, un niño y una mujer india cubierta con el tradicional pañuelo doblado sobre la cabeza y llevando una cesta con unas tortas. 



En esta última escena se capta  lo que parece un momento de descanso del hombre que trabaja con una pala y al que se le acerca un niño de la mano de su madre.



De Luis Berrueco también se conoce un mural que recoge ocho escenas de mestizaje divididas en dos secciones horizontales.



La primera escena representa a una mujer negra llevando una bandeja de tamales (preparados a base de masa de maíz) y a la que se le agarra el hijo mulato. Al lado aparece el español llevando en bandolera una cesta con diferentes telas y en su mano derecha un muestrario de botones, lo que nos indica su oficio.



La siguiente escena representa a la pareja de mulato y española ataviados con elegantes ropajes, al igual que el niño que sostiene la madre. El mulato, que viste con casaca y se cubre con una amplia capa, bien pudiera ser el cochero de una casa señorial, oficio característico de ellos. Es interesante observar en la mujer un círculo negro en la sien, adorno elaborado por lo general con un trozo de terciopelo negro y que se adhería a la sien, a modo de lunar, como símbolo de belleza y distinción. Se conocía como "chiqueador", un pequeño círculo de terciopelo, hule o carey, que simulaba un lunar. Su primera función fue medicinal para alivio de dolores a través de sustancias impregnadas en la tela o bien para ocultar imperfecciones del rostro. Es frecuente que aparezca representado en la sien de las mujeres retratadas en las pinturas del siglo XVIII.


En esta otra el hombre viste amplia chupa de terciopelo azul, casaca larga y medias de encaje. Va destocado con el sombrero de tres picos bajo el brazo; a un lado le asoma la empuñadura del espadachín y con su mano derecha sujeta un bastón. Junto a él figura el hijo, con parecido tipo de indumentaria, mientras se apoya cariñosamente sobre el regazo de su madre.


El registro superior de esta serie doble se cierra con una tierna escena entre padres e hijo. Los tres aparecen sentados en medio del campo, junto a una cesta llena de tortillas y a una jarra.



En el primer recuadro de la serie inferior aparece una familia de indios ataviados con los ropajes tradicionales: ella y la pequeña con huipil y el hombre con la manta de algodón a modo de capa, el sombrero y las guedejas a ambos lados de la cara.



En la siguiente escena aparece el español vestido a la europea, con amplia capa, sombrero y espadachín al cinto; a su lado, la pequeña mestiza, ricamente ataviada junto a su madre.



En esta otra escena el español se nos muestra con amplia capa y sombrero, junto al pequeño castizo y a la mujer con la singular "saya de embrocar" (especie de basquiña pequeña por cuya abertura se introducía la cabeza y se sujetaba sobre los hombros con listones o broches de plata), bajo la que asoma las mangas de la blusa


La última escena recoge al hombre, niño y mujer ricamente ataviados. El hombre castizo con pañuelo mexicano atado al cuello; la española con un suntuoso traje a la moda europea, manto negro y abanico en mano. Se adorna la sien con el tradicional "chiqueador", como la mujer de la escena segunda y tercera. El pequeño español se muestra con casaca, peluca empolvada y cubierto con un sombrero de tres picos.



Independientemente de estas dos series, se conocen otras pinturas de Luis Berrueco sobre esta temática, de las cuales reproduzco para terminar dos de ellas.

Cambujo con india, sale albarazado

No te entiendo con india, sale china

©Antonio Lorenzo