lunes, 9 de noviembre de 2015

Santos protectores y sanadores: santa Catalina de Alejandría, protectora de las jóvenes casaderas y de los filósofos (I)


La historia de la vida de santa Catalina de Alejandría es del todo fabulosa, puesto que su nombre no figura en texto alguno de la antigüedad cristiana, ni litúrgico ni literario.

Su popularización se debe a lo contenido en la célebre compilación de Jacobo de la Vorágine en la Leyenda Dorada (siglo XIII) y a su amplia difusión por todo occidente. Según dicha leyenda Catalina era una joven muy bella, única hija del rey Costo, y que había rechazado desposarse con el emperador Majencio, ya que era cristiana y estaba consagrada a Cristo. Majencio, que no pudo convencerla para que ofreciera sacrificios a los ídolos, mandó llamar a los hombres más sabios, y cincuenta y tres filósofos y oradores se presentaron para intentar disuadirla de su fe. Catalina, sin embargo, discutió con tanta elocuencia que logró convertirlos; con ello desató la furia del emperador, quien los condenó a la hoguera. Catalina, en cambio, que había criticado a Majencio por las nuevas persecuciones contra los cristianos, fue condenada a prisión y a no recibir alimentos. Abandonada durante doce días, una paloma enviada por Dios la alimentó. Majencio decidió entonces ajusticiarla con el suplicio de la rueda dentada, que se convirtió en su más conocido atributo iconográfico; sin embargo, gracias a la intervención divina ésta se rompió y salvó así a la joven. Finalmente fue decapitada, momento en que dice la leyenda que manó leche de su cuello.

Su representación en el arte es abundantísima, tanto en retablos, frescos, tablas, libros de Horas o pinturas. Sobre sus representaciones populares en estampas, novenas, oraciones o gozos, proporcionaré ejemplos en una segunda entrada.




La difusión de su culto se remonta al siglo IX, cuando la leyenda dice que los ángeles trasladaron su cuerpo a la cima del monte Sinaí. Su festividad se celebra el 25 de noviembre.

Como figura aislada se la representa como una joven noble, a menudo con corona y con túnica o manto. Entre sus atributos más representativos se encuentra la rueda, instrumento de su martirio, a la que se pueden unir la palma, atributo del mártir, la espada con la que fue decapitada, el anillo de sus desposorios místicos con Cristo (episodio que no aparece en la Leyenda Dorada), con un libro (símbolo de las ciencia, que algunos han querido relacionar con Hipatia, filósofa pagana de Alejandría famosa por su erudición), y por una paloma que le proporcionó la inspiración en su discusión con los filósofos.

También se la puede encontrar representada dentro del grupo de los llamados Catorce Intercesores: (Agacio, Blas, Cristóbal, Ciríaco, Dionisio, Erasmo, Eustaquio, Gil, Jorge, Pantaleón, Vito, Bárbara, Margarita y Catalina), según la devoción difundida por las órdenes mendicantes.









Representaciones en los 'Libros de Horas' iluminados




Otras imágenes 



























El suplicio de la rueda dentada

Si por algo se identifica a santa Catalina en su numerosa iconografía es por la presencia de la rueda dentada, aunque en realidad se trata por lo general de dos ruedas erizadas de hojas afiladas y cuyo fin era despedazarla.

El atributo de la rueda dentada puede variar. En ocasiones aparece como una única rueda, aunque lo más frecuente es que sean dos, bien enteras o rotas, grandes o pequeñas, con púas o cuchillas. Otros atributos frecuentes son la espada de la decapitación y la consabida palma del martirio.


















Se cuenta que milagrosamente un rayo las partió cegando a los verdugos siendo finalmente decapitada donde en vez de sangre comenzó a manar leche de su cuello, tal y como se recoge en la siguiente ilustración.





Monasterio en el monte Sinaí
La leyenda cuenta cómo los ángeles transportaron el cuerpo de Catalina a la cima del monte Sinaí, detalle inventado por los monjes del monasterio en su afán de atraer la atención de los peregrinos al afirmar que habían encontrado sus huesos que fueron trasladados al santificado monasterio en el mismo monte donde, según la Biblia, dios entregó a Moisés los diez Mandamientos.

Tras la invención de sus reliquias el monasterio del Sinaí se convirtió en el siglo IX en el principal centro de culto reemplazando al recuerdo del famoso episodio de Moisés y la zarza ardiendo sucedido en el citado monte.


Aunque vinculada por su nacimiento y martirio a Alejandría, también ha sido reivindicada en oriente por la isla de Chipre, donde su padre había sido rey.

En una segunda entrada daré cuenta de los desposorios místicos, de su disputa con los filósofos y de diversas manifestaciones populares: canciones, oraciones, refranes, gozos... Se la considera también la patrona de apologistas, archivistas, abogados, juristas, bibliotecarios, educadores, solteras, estudiantes, afiladores de cuchillos, carreteros, mecánicos, torneros, enfermeros, filósofos, predicadores y teólogos.

Antonio Lorenzo