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viernes, 1 de enero de 2016

Almanaques, lunarios y pronósticos de uso y consumo


El uso de los almanaques y lunarios por las clases populares ha sido constante a lo largo de los siglos. Los almanaques, también conocidos desde antiguo como piscatores, apelativo popular hoy en desuso y cuyo origen remonta a un astrólogo milanés que hacía predicciones meteorológicas, obedecen a la necesidad inmemorial de predecir y medir el tiempo. La cultura campesina siempre ha prestado singular atención a las estaciones y a las fases de la luna para los trabajos agrícolas de siembras y cosechas. También a las festividades religiosas de precepto y movibles, de importancia en las comunidades agrarias, recogidas en los almanaques junto a los datos astronómicos básicos de clara finalidad educativa con consejos prácticos para la vida diaria, donde tampoco faltaban orientaciones morales o versos para ser recitados o cantados o tablas para las purgas o sangrías, beneficiosas o perjudiciales, conforme a las fases lunares o signos zodiacales.

Por lo general, los almanaques antiguos se concebían para ser utilizados por las gentes sencillas, con un lenguaje claro y de fácil comprensión. La temática de los almanaques suele ser variada dependiendo del público al que van dirigidos y renovándose a lo largo del tiempo. Los títulos, a modo de reclamo, ya lo expresan: almanaque 'del campesino', 'del labrador y ganadero', 'rustico', 'higiénico', 'profético', 'de las señoritas', 'del gastrónomo', 'popular', 'juicio del año', etc.

Durante los siglos XVII y XVIII y parte del XIX, los almanaques se regían prácticamente por los siguientes códigos: el descriptivo astronómico-matemático; el astrológico o 'judiciario', sobre las conjunciones del sol y la luna con los planetas, que servían para formular los pronósticos; y el eclesiástico, donde se incluía el santoral, las celebraciones festivas y las referencias detalladas a los ciclos litúrgicos.

Con el desarrollo de la prensa escrita, los almanaques fueron evolucionando y convirtiéndose en almanaques 'sectoriales' para uso de instituciones, asociaciones o para actividades específicas con información especializada que incrementaba la cohesión de los grupos sociales. Hacia mediados del siglo XIX y a principios del XX se convirtieron en verdaderos almanaques 'enciclopédicos', donde se recogían pequeños poemas, refranes, artículos literarios, medidas higiénicas, recetas, efemérides y, en definitiva, todo aquello considerado arbitrariamente como 'información práctica' para atender a  las expectativas de distintos grupos sociales.

De los almanaques antiguos, uno de los más famosos, y reeditado de forma continua, es el de Jerónimo Cortés, cuya primera edición data de 1594 donde se recogen las distintas divisiones del tiempo y la influencia de los planetas sobre los hombres, todo ello ilustrado por bellos grabados alusivos de fácil comprensión para aquellos que carecían de la instrucción necesaria para leer.



La conocida imprenta vallisoletana de Fernando Santarén, una de las más prolijas editoras de pliegos de cordel, también editó este  Lunario y pronóstico perpetuo en el 1863.



















Uno de los aspectos más interesantes en este tipo de publicaciones son las predicciones o pronósticos (de todo tipo) que contienen, alimentando la fantasía y augurando acontecimientos bajo una pretendida base pseudocientífica. Todo ello con pretensiones de universalidad y perpetuidad, como el editado en Madrid en 1852 y que,  por dos reales, contenía las predicciones ¡hasta el año 3800!.





















El papel de los ciegos y de los vendedores ambulantes contribuyó a la difusión de estos impresos por toda la geografía española salidos de imprentas donde los pliegos de cordel eran a su vez una fuente importante de ingresos.

Como ejemplo de estos pliegos de cordel que recogen los vaticinios 'para el presente año y el próximo venidero' (fórmula para asegurarse su venta a lo largo del tiempo), reproduzco el editado en Madrid en 1857, donde se puede apreciar, en la segunda parte la burla de un soldado (representante de un estamento netamente popular) a las predicciones catastrofistas del astrólogo japonés, constituyendo un subgénero propio que puede rastrearse en coplas, disparates y en la prolija temática de 'el mundo al revés'.





Reproduzco también la portada del mismo asunto en edición de la imprenta valenciana de Laborda, s.a.


Añado completo un curioso pliego, reimpreso en Murcia por Pedro Belda en 1858, donde se desarrolla un inverosímil diálogo entre un anciano pastor y un astrólogo extranjero sobre las posibles consecuencias debidas a la aparición de un cometa como anunciador de desgracias y conflictos.





Estas publicaciones conectan con unas estructuras mentales que recuerdan el concepto de 'larga duración', según desarrolló acertadamente F. Braudel al hablarnos de la historia de las mentalidades, donde se conjugan y entremezclan lo racional, lo emotivo, lo imaginario y lo inconsciente en la permanencia de una sabiduría popular que calcula y predice lluvias o acontecimientos, al margen de la ciencia oficial, como soporte del ritmo vital de la existencia.

Pero, sin duda, el más popular de los redactores de almanaques durante el siglo XVIII fue Diego de Torres y Villarroel (1693-1770), de vida aventurera y catedrático de matemáticas, conocido como 'El gran Piscator salmantino', editor desde el año 1725 hasta el 1770 de un almanaque muy popular, donde se entremezclan y conviven en su estrategia comunicativa las ficciones astrológicas y lo burlesco.

Torres utiliza en sus vaticinios una sabia mezcla de recursos narrativos: diálogos, versos, descripciones o monólogos entremezclados con historias fingidas, noticias sobre mundos exóticos y sorprendentes, donde aparecen monstruos, hazañas en países lejanos o veladas alusiones a la vida palaciega, que hacían las delicias de su numeroso público.

Estos piscatores fueron duramente criticados por el benedictino Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) en su Teatro crítico universal (Tomo I, discurso VIII) por considerar sus predicciones engañosas e insustanciales.

En sus Discursos a la Astrología Judiciaria y a los Almanaques, apunta:
1. No pretendo desterrar del mundo los Almanaques, sino la vana estimación de sus predicciones, pues sin ellas tienen sus utilidades, que valen por lo menos aquello poco que cuestan. La devoción y el culto se interesan en la asignación de fiestas, y Santos en sus propios días; el Comercio, en la noticia de las ferias francas; la Agricultura y acaso también la Medicina, en la determinación de la Lunaciones. Esto es cuanto pueden servir los Almanaques; pero la parte judiciaria que hay en ellos es una apariencia ostentosa, sin sustancia alguna. Y esto no sólo en cuanto predice los sucesos humanos, que dependen del libre albedrío; más aún en cuanto señala las mudanzas del tiempo, o varias impresiones del aire.
Las tendencias políticas que poco a poco se fueron integrando en los distintos almanaques, hicieron que el rey Carlos III, prohibiese su publicación en el 1767 por considerar que 'eran nocivos para la sociedad'. Como se siguieron imprimiendo más o menos clandestinamente, Fernando VII los volvió a prohibir en el 1814, a la vuelta de su exilio, limitando su difusión al almanaque oficial editado por el Observatorio Astronómico de San Fernando. La liberación de la publicación de almanaques se promulgó en 1856 por Proposición de Ley dictada por las Cortes Constituyentes.

Lejos de la desaparición de estas sencillas publicaciones pueden encontrarse fácilmente en los tiempos que corren, si bien con otras perspectivas, como lo demuestra año tras año la publicación, entre otros, del celebérrimo Calendario Zaragozano, editado desde el año 1840, donde se recogen, al margen del juicio astronómico-meteorológico, las ferias y mercados de España, el santoral y la explicación del porqué de la variabilidad de las fechas de la Semana Santa.






















Nota: hace ahora tres años dediqué precisamente una de las primeras entradas de esta bitácora a los almanaques populares,  entrada que puede consultarse a través del siguiente enlace. Aprovecho para desear un feliz año 2016 a todos los amigos, lectores y visitantes ocasionales.


Antonio Lorenzo

sábado, 1 de enero de 2022

De almanaques, calendarios y predicciones [I]


Los almanaques son hijos de su tiempo. Desde antiguo y antes de que se conociese la escritura, la medición del tiempo cronológico ya figura en soporte de piedra, madera o papiro. Pero es tal la variedad de su desarrollo a lo largo del tiempo que a través de ellos pueden rastrearse múltiples variaciones temáticas, sobre todo en los folletos publicados en los últimos siglos que merecen un estudio pormenorizado debido a la enorme variedad de aspectos que contienen. Los almanaques alcanzaron una enorme difusión significativa tras el creciente desarrollo de la imprenta desde finales del siglo XV, aunque fue a partir del siglo XVII donde proliferaron de forma continuada. Hoy en día, los almanaques, predicciones, efemérides y noticias generalistas han cambiado de soporte y han pasado a consultarse desde el teléfono móvil.

El término almanaque se identificó prontamente con el de calendario en el sentido de proporcionar principalmente pronósticos meteorológicos y el santo del día, incorporando paulatinamente consejos o recomendaciones para los agricultores y ganaderos en relación a sus actividades.

Los almanaques constituyen, sin duda, todo un ejemplo testimonial de la mentalidad popular, aunque no han merecido la atención debida como productos impresos populares como los pliegos de cordel o la prensa periódica en general. Su recorrido temático puede aportarnos datos de interés sobre creencias, costumbres y comportamientos para lograr un mejor conocimiento de épocas pasadas y de los grupos sociales a quienes iban dirigidos, y por extensión sobre los propios autores, impresores y hacedores de los mismos.

La proliferación de almanaques, calendarios, pronósticos, lunarios, efemérides, etc. fueron, y aún lo siguen siendo, uno de los impresos populares que han logrado mantenerse en el tiempo, pero de los que carecemos de buenos inventarios debido a su carácter efímero a pesar de su relevancia y creciente interés por parte de acreditados investigadores sobre este tipo de obritas populares impresas basadas en creencias infundadas o en supersticiones. Al ser una publicación periódica suelta y con un escaso año de vigencia suele ser desechada una vez cumplida su misión, por lo que su conservación resulta ser más problemática que otros impresos de carácter popular, de ahí el interés de su estudio.

La temática de los almanaques es variada, aunque no puede soslayarse su primigenio carácter educativo en el sentido que recogen la medida, cronología y cómputo del tiempo como función original, a lo que se añaden las fiestas movibles de carácter religioso junto a datos astronómicos elementales, distribución de los días del año por meses con el santoral y fases lunares. Pero tras ello o intercalado entre estas informaciones puede encontrarse una gran variedad temática, como consejos, orientaciones, horóscopos, cronologías de acontecimientos varios, medidas métricas, refranes, acertijos, etc.

Las predicciones meteorológicas, como fruto de la sabiduría popular como suceden con las conocidas cabañuelas, sobreviven de forma continuada en estos folletos al margen de la ciencia oficial y de los avances científicos.

Estos folletos se editaron profusamente en formato rústico para abaratarlos y hacerlos más accesibles a amplias capas de la población y para hacerlos más atractivos incorporaban chascarrillos, epigramas, versos humorísticos o vaticinios sobre el carácter de quienes nacieran en un determinado año.

Aún hoy en día la presencia en quioscos y librerías de estos folletos siguen vigentes, pero con diferente funcionalidad, ya sean para regalos, recordatorios de una tradición familiar o como ejemplares nostálgicos para coleccionistas. El caso es que su publicación sigue proliferando año a año a modo de fetiche. El mundo no avanza, solo gira.

En esta primera entrada escojo al azar y como ejemplo un almanaque profético editado en Cádiz para el año 1860 donde se recoge un detallado horóscopo en verso para mujeres y hombres según su mes de nacimiento (eso sí, con 162 años respecto a la fecha actual). La venta de almanaques y de pliegos de cordel distribuidos de forma ambulante tanto por ciegos como por buhoneros en todo tipo de poblaciones constituyen por sí mismos productos altamente significativos a tener en cuenta para la llamada historia cultural.








Para saber más

En anteriores entradas de este mismo blog ofrecí noticias sobre otros aspectos de los almanaques que pueden consultarse a través de los siguientes enlaces:




©Antonio Lorenzo

martes, 1 de enero de 2013

Almanaques, calendarios, pronósticos...


Todo comienzo de año suele despertar una sensación ambivalente: de una parte, es como si se cerrara una etapa, y de otra, una puerta abierta a nuevos encuentros, posibilidades y proyectos. La imagen que ilustra esta nueva entrada, con esos bellos y antiguos herrajes, intenta simbolizar esa especie de estremecimiento ante la incertidumbre de no saber qué nos deparará el año que comienza cuando decididamente abramos el cerrojo y nos adentremos por nuestra irreversible aventura vital.

Es tiempo de almanaques y de nuevos calendarios y no podía ser de otra forma el comenzar un nuevo año sin comentar algo de lo que es una seña de identidad de este blog.

Aunque muchos consideren como sinónimos ambos términos, lo cierto es que tienen distintos orígenes. La palabra Almanaque proviene del árabe Al-Manah y se refiere tanto al calendario como al clima, reflejando su propósito original de utilizarlo para la agricultura, proporcionando información sobre las estaciones y el clima. En la actualidad, designa a una publicación anual que no solo contiene un calendario sino, además, información de lo más variopinta: desde los antiquísimos conocimientos astrológicos y los consejos médicos a ellos ligados, hasta las doctrinas religiosas, el teatro, la música, la historia, la política, la filosofía, las ciencias, las noticias de sociedad, el comercio, chistes, efemérides, datos astronómicos, fechas de eclipses, santoral, días festivos... Es decir, un almanaque es mucho más completo y complejo que el calendario que se limita a contener los días, y, como mucho, a informar de la onomástica diaria.


 



Reproduzco algunas imágenes de almanaques de diferentes países para ilustrar mejor la difusión de estas pequeñas enciclopedias.











La palabra calendario es de origen romano. Proviene de "calendarium" que era el nombre que se le daba a los libros de contabilidad, que, a su vez, viene de Calendae, que era el primer día del mes según el calendario lunar, día en que se tenían que saldar las cuentas; el cobrador venía y se saldaban las deudas que este tenía registradas en su "calendarium". Calenda era el primer día del mes (luna nueva), ya que los romanos medían el tiempo por ciclos lunares. De ahí el que la expresión ‘ad calendas graecas’ signifique ‘nunca’, ya que los griegos no se regían por las calendas romanas.

Hoy en día conocemos como calendario la representación del paso de los días agrupados en días, semanas y meses.
Estela romana con calendario
Creo de interés hacer un pequeño recorrido y una selección de los tipos de almanaques, prescindiendo de los más antiguos, y que he recopilado de fuentes diversas.

A lo largo del siglo XV proliferan los almanaques en las lenguas europeas junto a los almanaques en latín, y empiezan a ser temáticos. El tema preferido son las predicciones.

Almanaques astrológicosCon la invención de la imprenta proliferaron los almanaques que incluían predicciones basadas en la astrología, en la interpretación de los profetas y en otras artes adivinatorias. Incluían anotaciones sobre las conjunciones de los astros y sobre los días faustos e infaustos para tomar medicinas.

Almanaques prácticos. Aparecen también en el siglo XV almanaques específicos; los primeros, el del campesino (o libro del tiempo) y el del pastor. En ellos se mezclan contenidos astronómicos y meteorológicos con los agrícolas o ganaderos y con reglas para la salud.

Almanaques de efemérides. Hacia el 1700 los almanaques empezaron a mirar al pasado, ofreciendo la relación de los acontecimientos más relevantes ocurridos el año anterior, introduciendo incluso retratos e ilustraciones. Eran la réplica de las actuales revistas del corazón. Las imprentas se dedicaron con preferencia a la publicación de almanaques, difundiendo cada vez más contenidos culturales, y libros de oraciones.

Almanaques propagandísticos. Los políticos vieron enseguida la alta eficacia propagandística de una publicación que se iba leyendo día a día. En Francia, donde tuvo mayor auge este tipo de almanaques se editaron, entre otros muchos: la Convención, los Sans-culottes, el Repertoire ou almanach historique de la Révolution, el Napoléon prophète, el Almanach des Bons catholiques, etc.

Almanaques temáticos. A lo largo de los siglos XVIII y XIX proliferaron almanaques de los más diversos temas, donde se incluían obras poéticas o literarias, prefiriendo los autores este formato al de libro o revista por su gran aceptación y difusión.

Almanaques españoles

El más divulgado hasta el día de hoy es sin duda el Calendario ZaragozanoEste almanaque-calendario se viene publicando de forma ininterrumpida desde 1840, incluyendo un pronóstico climático para todo el año ¡ahí es nada!

Su autor es Mariano Castillo y Ocsiero (1821-1875), astrólogo español famoso por haber publicado las primeras ediciones del ‘El Firmamento’ en el año 1840, conocido posteriormente por el Calendario zaragozano (denominado zaragozano, por cierto,  no porque su autor fuera de Zaragoza, que lo era y más concretamente de Villamayor, sino como homenaje al también astrónomo aragonés Victoriano Zaragozano (1545-1602).




Como puede observarse, en la portada para el año 1941 incluye en la parte superior un encendido ¡Viva Franco! y ¡Arriba España! En plena posguerra no era aconsejable, parece ser, el distanciarse mucho del régimen victorioso y mediante esas proclamas, políticamente correctas, favorecer intencionadamente el aumento de ventas.

Releyendo algunos de sus pronósticos ya nos gustaría el que los actuales y mal llamados 'hombres del tiempo' nos ilustraran con expresiones tan cuidadas y floridas, aunque indeterminadas, como las siguientes:
"Se afirmará el temporal de bonanza, mejorando de continuo el temple atmosférico, a pesar de que se presentarán algunos nublados tempestuosos, que descargarán con chubascos, granizo y tronadas".

"Tiempo bonancible de temple agradable". ‘Vientos oscilantes o inciertos. ‘Rocíos, neblinas y celajes’. ‘Vientos encalmados’.

"Se espesarán cada vez más los nublados hasta llegar a verterse en lluvias copiosas y tranquilas"…
Dentro del ámbito catalán también existe una gran tradición de almanaques: 'Calendario de los Payeses' (se edita desde el año 1861), 'Agenda del Labrador' (Girona), 'El calendario de Fray Ramón, ermitaño de los Pirineos', escrito en castellano, con algún texto en catalán y más de 130 años de historia a sus espaldas.





En el País Valenciano, 'El calendario del Profeta' (fundado en 1873) y publicado en Alcoy (Alicante). En Baleares se siguen editando los llamados ‘Parenòstics’ con las predicciones de lluvias y consejos para sembrar y cosechar o planificar labores campestres.





Para saber más:



Témporas y cabañuelas


La predicción del tiempo ha estado desde antiguo asociada a las Témporas. Témpora es una palabra latina, plural de tempus, con significados de ‘tiempo’ y ‘estación’, y que, castellanizada, siempre se usó en plural, témporas.

Hasta hace pocos años, las 'Cuatro Témporas' figuraban en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica. Cada una de ellas correspondía a tres días de ayuno (miércoles, viernes y sábado) anteriores al inicio de la primavera, verano, otoño e invierno de cada año. El precepto del ayuno en aquellos días fue establecido por la Iglesia a comienzos del siglo III, pero no se cumplió en Occidente hasta el siglo XII. Las 'Quatrotemporas' anuales, que es como se llamaron inicialmente, fueron instituidas por el Obispo de Roma y Sumo Pontífice Calixto I, quien murió martirizado el 14 de octubre del año 222, el mismo año en que el emperador romano Alejandro Severo, último de su dinastía, subía al trono.

La tradición de pronosticar la persistencia de los tiempos atmosféricos con las fechas de las témporas no tiene, obviamente, base científica alguna. Los pronósticos sobre el tiempo que iba a hacer cada trimestre o cada estación partían de lo observado o sucedido el miércoles, viernes y sábado previos a los equinoccios y a los solsticios, incorporando detalles del comportamiento de los animales, observación de plantas, humos, el rocío de la mañana, el arco iris, forma de las nubes…

Este método de predicción meteorológica es similar a las llamadas 'Cabañuelas' que consisten en observar el tiempo de ciertos días para vaticinar el tiempo atmosférico futuro. Los días elegidos para la observación varían dependiendo de las regiones y de los países que lo practican, pero el método de observación suele ser parecido. Aparte de la observación de fenómenos naturales se tienen en cuenta otros factores pintorescos, como la aparición de hormigas aladas, el gallo que cante de día (posible cambio de tiempo), gatos que corren y saltan (señal de viento), crujidos de muebles, olor de los desagües… y hasta picores o dolores de pies o de una vieja cicatriz.

El erudito benedictino gallego Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), en su famoso ‘Teatro Crítico Universal’, aborda el tema de los pronósticos de tiempo vinculados a las témporas. Como se puede apreciar en las líneas que siguen no tenía la menor duda de que aquellos pronósticos carecían de toda razón de ser y fueron considerados por él como de gran superchería. De todas las formas, el hecho de haberles dedicado todo un capítulo en su obra induce a pensar que las predicciones de témporas debieron gozar de considerable predicamento y credibilidad en el siglo XVIII.

“La observación de las mudanzas de temporal*, arreglada a los cuatro ternarios* de días de ayuno establecidos por la Iglesia, que vulgarmente llaman Cuatro Témporas, no tiene fundamento alguno ni en la razón ni en la experiencia; antes, la razón y la experiencia militan contra ella. Dícese que el aire que queda levantado al expirar cada témpora, domina habitualmente hasta la témpora siguiente. Mil veces que lo he notado vi falsificado este rústico axioma. La razón también convence su falsedad; porque aquellos ternarios* no tienen conexión con alguna causa física, capaz de establecer ese dominio habitual del aire. Aunque se quiere decir que hay alguna constitución en Astros, que determina el temporal* para los tres meses siguientes (lo que es una quimera) de nada servirá para el propósito; pues la disposición de la Iglesia no liga esos ternarios* a tal determinada constitución de Astros; y así en distintos años caen debajo de aspectos muy diferentes”.[…] “Cítase a favor de aquella regla la autoridad de los Labradores, como de gran peso en esta materia, por ser los que con continua solicitud están atendiendo la duración y mudanza del temporal*. A esto respondo, que así los Labradores, como todo el resto de la Plebe, dan más asenso a las patrañas que heredaron de sus mayores, que a los desengañados que les ministran sus propios sentidos. El juicio del Vulgo, en todos los pleitos movidos sobre la verdad de las cosas, decide por la posesión, nunca por la propiedad”.
 Teatro crítico universal

*temporal: tiempo atmosférico
*ternarios: tres días
                                                                      
El almanaque perpetuo de Zacuto



Como antecedente importante de estas prácticas conviene señalar el famosísimo  'Almanach Perpetuum Celestium Motuum', publicado en 1496  y cuyo autor es Abraham Zacut o Abraham Ben Zacuto (1452-1510) matemático, astrónomo e historiador judeoespañol. Profesor de Astronomía en la universidad de Salamanca se dice que, muy probablemente, formó parte en 1486 del Consejo de Doctos Varones de la Universidad que evaluó y rechazó el proyecto de Cristóbal Colón para viajar a las Indias por Occidente. Fue, asimismo, el que perfeccionó uno de los astrolabios más precisos de su época para la navegación por el Atlántico.

En 1492 Abraham Zacuto fue uno más de los judíos que se vieron obligados a emigrar de España y buscaron refugio en Portugal, debido al edicto de expulsión que dictaron contra ellos los Reyes Católicos. En este país puso sus conocimientos de astronomía y náutica al servicio del explorador Vasco de Gama (1469-1524).

Antes de su llegada a Portugal, Zacuto recibió en Salamanca a Cristóbal Colón, conocedor éste de las tablas astronómicas. Parece ser que Zacuto le aconsejó que lo intentara una vez más cuando Isabel y Fernando desestimaron su viaje en una primera audiencia. En una segunda ocasión le sería concedida la ayuda solicitada y Zacuto siguió aconsejando a Colón hasta la salida de su expedición del puerto  de  Palos el viernes 3 de agosto de 1492.



Refranero

Un buen número de refranes están relacionados con los meses y el tiempo atmosférico. Entresaco unos ejemplos de enero de ‘Algunos refranes geográficos de meteorología agrícola y de agrología referentes a los diferentes meses del año’ recogidos por Gabriel María Vergara. Edit. Hernando, Madrid, 1931.




Enero frío y sereno, inaugura un año bueno

En enero, el suelo mojado, bueno para el suelo, malo para el ganado

El pollo de enero por San Juan es comedero

En enero, déjale el rábano al rabanero (están helados y huecos y son malos para comer)

Agua en enero, todo el año tiene tempero

En enero, pedir pepinos es desatino

En enero, planta el ajero; a fines, que no a primeros

Enero muy mojado, bueno cuando es a últimos y nunca para el ganado

Quien quita la aceituna antes de enero deja el aceite en el madero


Pronósticos en los pliegos de cordel

Los pliegos de cordel tampoco han sido ajenos en su afán de pronosticar sucesos para el año que comienza. Publico uno de ellos, con evidente intención cómica, y que podríamos catalogar como pronósticos y predicciones burlescas.

Pronostic natural y verdader calculat del meridiano..., Her. Viuda Pla, s.a.

Pronostic natural y verdader calculat del meridiano..., Her. Viuda Pla, s.a.
Otro ejemplo que adjunto es el texto de un pliego único, con un pronóstico burlesco, estudiado por Pedro Ruiz Pérez, del que anoto el enlace.


Pronóstico burlesco, de mucha graciosidad, para el año que viene, diferente de todos los que han salido en esta corte. Compuesto por Juan Jiménez Caballero (1653).







Final



No quisiera dar por finalizada esta entrada sin desear a todos los amigos y visitantes ocasionales de este blog mi deseo de que este nuevo año 2013 que acaba de nacer sea propicio y esperanzador en todos los sentidos.

Antonio Lorenzo