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lunes, 15 de octubre de 2018

El testamento de Judas


Pliego donde se entremezcla lo legendario y controvertido de la muerte de Judas, con lo literario del testamento que otorga.

Sobre la muerte de Judas existen divergencias. Al enterarse de la condena de su maestro "se arrepintió" y fue a devolver las treinta monedas de plata a los sacerdotes. Según el evangelio de Mateo:
"Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre" (Mateo 27:5-8).
A su vez, Lucas, en Los Hechos de los apóstoles, ofrece otros detalles sobre la muerte de Judas:
"Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre" (Hechos 1:18-19).
Vemos, pues, cómo existen divergencias sobre la muerte del apóstol traidor. Si Mateo simplemente dice que se ahorcó, Lucas señala que se reventó derramándose sus entrañas en el llamado Campo de sangre.

Para conciliar ambos textos se ha sugerido que cuando Judas se colgó, la cuerda se rompió y su cuerpo cayó reventándose al golpearse contra el suelo. Para que esto fuera posible Judas se tendría que haber ahorcado de los pies, lo que no deja de ser una incongruencia.


Un antecedente sobre la forma de ahorcamiento de Judas, nos la proporciona el P. Nicolao Orano, (1611), haciéndose eco de lo expresado por Papías, obispo de Hierápolis en el siglo II, en uno de sus treinta sermones contra el traidor Judas. El hecho de ahorcarse lo explica porque semejante traidor debía morir entre cielo y tierra y rechazado por ambos. La soga debía estrangular la garganta delatora y su alma pecadora no podía ser exhalada por la boca que besó a Jesús y por ello le sale por el hueco del vientre.

La Leyenda áurea (escrita hacia 1264) por Jacobo de la Vorágine y traducida en español en el siglo XV, es otra de las principales fuentes de información sobre Judas. En dicha obra, se integra la historia de Judas en el capítulo que dedica al apóstol san Matías, sustituto de Judas tras la ascensión de Jesús.

La imaginería religiosa suele representar a Judas con el pelo pelirrojo, motivo folklórico asociado al personaje y asociado a su vez con la maldad y el infierno, pues el pelo bermejo evoca el fuego infernal, devorador y los delirios de la lujuria. Así l
o representó también el imaginero murciano Francisco Salzillo en su espléndido grupo escultórico de "La Santa Cena" (1761).

La creencia de que determinados seres malignos habitaban en algunos árboles, asociados además al paganismo y a la brujería, identificó al saúco como árbol maldito y asociado a la muerte según las leyendas.

No todas las creencias sobre el saúco son negativas, pues tanto sus hojas como sus bayas maduras se usan en medicina para aliviar determinadas enfermedades, pero su asociación como árbol maldito es la predominante.

También existe la creencia de que Judas se ahorcó de la rama de una higuera. Esta creencia guarda relación con la maldición de Jesús a este árbol y a sus frutos. Sin duda es un relato de difícil comprensión y que la iglesia tiene buen cuidado de no leerlo en la misa dominical.

Cuenta el evangelista (Mc 11, 12-26) que una mañana salió Jesús con sus discípulos y a poco de caminar sintió hambre. Acercándose a una higuera, pensando encontrar sus frutos, observó que la misma estaba vacía de ellos. Jesús maldijo entonces a la higuera diciendo "que nunca nadie coma frutos de ti", siguiendo luego con su viaje hacia Jerusalén. Al día siguiente, los discípulos quedaron asombrados al ver que la higuera se había secado. Mateo, en su posterior evangelio tras del escrito por Marcos, trató de atenuar la escena sobre la maldición a la higuera: "que nunca brote fruto de ti", disculpando a aquellos que no encontraron sus frutos. Las explicaciones dadas por los exégetas y estudiosos sobre esta maldición, son un intento de suavizar la escena considerando a la higuera como alegoría de la visita de Jesús al Templo donde se enojó con los sacerdotes y escribas que habían convertido la casa de Dios en una cueva de ladrones y era necesario purificarla.

Milagro, en fin, incómodo de explicar y que se asemeja y guarda relación con la soberbia mostrada por Jesús en pasajes de los evangelios apócrifos.

También es creencia popular la de que la sombra de la higuera no es buena. El refranero se hace eco de ello: «a la sombra de la higuera ni te sientes ni te duermas», «la sombra de la higuera no es buena y la del nogal trae mucho mal». Su mala fama viene también motivada porque la leche que desprende la higuera causa picor y ataca la piel, lo mismo que el envés de las hojas.


El personaje de Judas, en suma, presenta todo un universo semántico de significados y de contaminación temática.

Como ejemplo de testamento literario de carácter disparatado y burlesco participa de una tradición ininterrumpida a través de los pliegos populares, como los dedicados a los testamentos de animales (gallo, zorra, asno, mona...), relacionados a su vez, entre otros, con los Testamentos de amor, el Testamento de don Juan de Austria, el Testamento de Celestina, el testamento del Cid, el Testamento del Maestre de Santiago, el Testamento de Cristo o el Testamento de Luzbel.

La cultura sefardí, síntesis de herencias judías, hispánicas y balcánicas, ha conservado en coplas el Testamento de Amán, personaje de significación arquetípica donde, mediante coplas que acompañan la celebración de la fiesta de Purim, se evocan las intrigas del perverso Amán en su intento de exterminar al pueblo judío. Coplas de las que existen muchas variantes y donde tienen en común el carácter absurdo de sus «mandas».

Todo ello entronca, además, con las celebraciones hispánicas de la Quema del Judas de carácter carnavalesco, donde se le cuelga de un poste en forma de muñeco o pelele, que suele estar formado por trapos, madera o paja recubiertos de ropas viejas o andrajos, y no exento de implicaciones eróticas, de lo que existe abundante aunque dispersa bibliografía, o con el personaje de Judas en el teatro del Siglo de Oro y posteriores.




Pilar García de Diego, en su espléndido estudio sobre los diversos testamentos populares, se refiere al que nos ocupa de esta manera ("Censura popular", en RDTP, Tomo XVI, nº 3, 1960)
"Así como en los procesos de la Inquisición, cuando moría un reo antes de la ejecución de la sentencia, era ejecutada ésta en estatua, así en los testamentos hechos con un monigote simbólico las gentes toman la justicia en efigie, y escarnecen a la persona en el muñeco que le representa. A Judas se le condena periódicamente por su traición en infinidad de lugares. que anatematizan al traidor en el pelele colgado de una cuerda en recuerdo de su muerte. y lleva en su mano la bolsa con treinta dineros, precio de la traición. Y antes de que le estallen las bombas o petardos que le meten en las entrañas, o de ser arrojado a la llamas, donde se consume con la satisfacción de las gen­tes, se lee el Testamento de Judas, con legados que sirven de censura de defectos y escarmiento de pecados, poniendo en su boca frases como la siguiente: «Voy a hacer mi testamento / para aliviar mi tormento»."
En el pliego, el autor, conocedor de la fama atribuida a los calabreses, nos informa  que fue compuesto por un calabrés que fue comitre (encargado de dirigir y castigar a los condenados a las penas de galeras), y ventero de la Venta Quemada. Los calabreses tenían fama de ser rebeldes y violentos. Lope de Vega, en la escena primera del Acto II de La Dorotea uno de sus personajes dice sobre la procedencia de los calabreses: "porque se dice que aquella tierra fue la patria del hombre más infame". El pliego desarrolla las «mandas» o disposiciones, a caballo entre lo estrambótico y disparatado y con clara intención risible para quien lo lea o escuche, como las últimas voluntades para hacer el mal tras su ahorcamiento.

El pliego está impreso en Murcia por la oficina de Pedro Belda en 1854. Sin duda se trata de una reimpresión, pues si tenemos en cuenta su trayectoria y determinados rasgos del lenguaje utilizado alimentamos la hipótesis de que puede puede remontarse al siglo XVII.





©Antonio Lorenzo

domingo, 3 de diciembre de 2017

Muerte y testamento de la polka


Según los estudiosos, la polka o polca tuvo su origen en la región de Bohemia, en la actual República Checa, hacia 1830. Se trata de una danza popular cuya forma musical deriva directamente del minueto, baile cortesano muy popular durante el siglo XVIII. A partir de su introducción en los salones de baile de Praga, se extendió rápidamente por Viena, París, Londres, Madrid y otras grandes ciudades de Europa. Esta modalidad rítmica se trasplantó rápidamente al suelo americano, aproximadamente a partir de 1844, donde adoptó estilos y variantes particulares en Argentina, México, Paraguay, Nicaragua, etc. convirtiéndose en parte de su folclore nacional y de su tradición musical.

La polka pasó de los salones de baile elegantes de las clases acomodadas a practicarse por las clases populares, lo que significó una especie de liberación de ataduras morales y prejuicios censurados por la iglesia católica. los grupos conservadores no tardaron  en manifestar, aunque  temporalmente, su oposición ante aquella novedad que relacionaban con el morbo y aspectos inmorales.


A diferencia del vals, la polca dejó poco a poco de bailarse en los salones de baile, quedando como baile folklórico en algunos países, lo que le ha dado fama como baile antiguo. De ahí la conocida expresión «ser del año de la polca», empleado en España para referirse a algo muy viejo, anticuado o pasado de moda.

Así como la literatura de cordel exaltó en un sentido amplio el casticismo y el «majismo» dieciochesco, también encontramos críticas hacia lo pernicioso de las modas extranjeras en la vestimenta y en el baile en clara reacción nacionalista en defensa de lo propio.

Es el caso de esta estampa donde se critica la nueva moda de la polka, de la que se dice que: 

                                       La polka vino de «estranjis»
                                       y causó tal novedad,
                                       como toda cosa nueva
                                       pero es nada en realidad.
                                       Es un baile bien insulso
                                       sin gracia garvo ni sal,
                                       pero aquí siendo estranjero
                                       tiene mérito cabal.

Se critica a aquellos que no bailan la polka por plebeyos y patanes y a su moda asociada trajes y complementos. El testamento y las mandas que deja la polka entronca con la gran tradición hispánica de testamentos burlescos, a los que ya he dedicado algunas entradas anteriores.



Abundando en las críticas sobre aquellos que no practican el baile de la polka, reproduzco el siguiente pliego, donde la caprichosa Serafina desdeña a Tomás «Calabaza» por no saber bailar bien la polca. Ejemplo de impreso burlesco donde se ironiza sobre las mujeres casquivanas y las costumbres foráneas.

El pliego está editado en Barcelona, sin fecha, y se hallaba en venta en la librería de J. Lluch.

Tras el pliego, añado un "ventall" o abanico, a los que ya he dedicado entradas, con el tema de la polka que nos ocupa.





©Antonio Lorenzo

martes, 30 de mayo de 2017

Testamentos burlescos: Apúnteme usted, señor escribano... [II]


Continúo con los testamentos burlescos donde se incluye la fórmula apúnteme usted, señor escribano, recogida como refrán, como integrante de algún cuento tradicional o como canción o recitado en cancioneros folklóricos recogidos por tradición oral o bien en pliegos de cordel.

En el caso de los pliegos de cordel reproduzco uno de ellos donde se incluye el siguiente testamento que hizo la mona a su hermana. El título del pliego no parece que tenga nada tiene que ver con el testamento transcrito, en cuyo encabezamiento se dice: [Relación burlesca de un lance que sucedió en la ciudad de Toledo con un fraile de un convento que llamaban de los Padres Aceiteros por recrear a una mona en su aposento para su diversión: se refiere el chasco que vino a darle, con lo demás que verá el curioso lector]. El testamento final más bien parece un elemento de relleno, si bien Pilar García de Diego, en su clásico estudio El testamento en la tradición [Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, X (1954)] lo considera "una refundición de anteriores versiones, porque el tema de legados fantásticos, que el testador reconstruye imaginativamente sobre unas pobres ruinas, es muy antiguo en la tradición".





Comentaba en la entrada anterior que la popularidad de este testamento burlesco alcanzó incluso la gran pantalla. En efecto, la famosa actriz Rita Hayworth interpretó (doblada su voz, al parecer, por Anita Ellis) un inclasificable Hermanito de mi corazón. La película Los amores de Carmen, basada en la célebre obra de Prosper Mérimée, la protagonizó junto a Glenn Ford en 1948.




































A través del siguiente enlace se puede contemplar y escuchar la interpretación de Rita Hayworth en forma de tanguillo de Cádiz.

                https://www.youtube.com/watch?v=cqW8E_HDwjM

             Hermanito de mi corazón,
             que ya tú sabrás que me estoy muriendo,
             y te “pío” y te encomiendo
             que llames a un escribano,
             también a mi primo hermano.
             Quisiera hacer testamento,
             como esos payos con fundamento,
             apúnteme usted señor escribano,
             apúnteme usted señor escribano.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Apúnteme usted una cortina
             que por “ca” agujero cabe una vecina;
             apúnteme usted señor escribano.
             Apúnteme usted una escopeta,
             que no tiene llave, cañon ni baqueta;
             apúnteme usted señor escribano,
             apúnteme usted señor escribano.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Apúnteme usted un olivar,
             que no se ha sembrado ni se sembrará;
             apúnteme usted señor escribano.
             Apúnteme un cuadro “rompío”
             que ya ni Dios sabe el santo que ha “sío”;
             apúnteme usted señor escribano,
             apúnteme usted señor escribano.
             Apúnteme usted señor escribano:
             cubiertos de oro,
             cubiertos de plata,
             mantones "bordaos",
             con flores de seda,
             dos copas de anís,
             dos copas de vino,
             una noble gitana
             que mucho me quiera.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.

También el controvertido cantante Miguel de Molina interpretó en la década del 40 del pasado siglo un llamado Testamento del gitano, que puede escucharse a través de este enlace:


                   https://www.youtube.com/watch?v=nFf0YEOG2J4

           ¡Ay! manito de mi corazón
           que ven a mi verita
           que me estoy muriendo,
           y yo te pío y te encomiendo
           que llames a un escribano
           y también a mi primo hermano,
           porque quiero hacer testamento
           como esos payos con fundamento.

           Apúnteme usted, señor escribano,
           apúnteme usted:

          ¡Ay! apúnteme usted un olivar
          que ni se ha sembrao ni se sembrará;
          apúnteme usted, señor escribano,
          apúnteme usted.

         Apúnteme usted un camisón
         que no tiene cuello, puños ni faldón;
         apúnteme usted, señor escribano,
         apúnteme usted.

         Apúnteme usted un San Lorenzo
         que se me fue el santo
         y se ha quedado el viento;
         apúnteme usted, señor escribano,
         apúnteme usted.

         ¡Ay! apúnteme usted una pistola
         que ve a los civiles y dispara sola;
         apúnteme usted, señor escribano,
         apúnteme usted.

         Apúnteme usted tres gallinas
         que son más decentes que toas mis vecinas;
         apúnteme usted, señor escribano,
         apúnteme usted.

         Apúnteme usted cinco duros
         que si me los presta me sacan de apuros;
         apúnteme usted, señor escribano,
         apúnteme usted.

        ¡Ole, tacatán tacatán!
        Tirirí tirirí tirirán tacatán,
        ¡se acabó!

La expresión formulística apúnteme usted, señor escribano traspasó fronteras y llegó a América. Prueba de ello son las diferentes versiones que han sido recogidas en distintos países, como en México y en el sur de Estados Unidos. Un ejemplo de ello es este Testamento del negro recogido en la isla de Cuba

       Apunte u’té, señor escribano,
       apunte u’té con la pluma en la mano;
       apunte u’té unos pantalones
       que no tienen ojales ni tienen botones;
       apunte u’té unos calzoncillos
       que no tienen pretina ni tienen fondillos;
       apunte u’té una camiseta
       que no tiene pechera ni tiene faldeta;
       apunte u’té unos zapatongos
       que hace quince o veinte años que no me pongo;
       apunte u’té el sillón de Agustín
       que no tiene espaldar ni tiene balancín.


El ilustre investigador asturiano Constantino Cabal, recoge en su libro Las costumbres asturianas. Su significación y sus orígenes [Talleres Voluntad, Madrid, 1925, pág. 130], la finalidad carnavalesca de este tipo de testamentos de pobres, como el que recoge del entierro de la sardina.
     
 -Pa'l entierro de la sardina,
       que murió de golosina...

       Para don José Menéndez
       un peral que dé figos
       y un figal que dé peres.

 El coro comenta así:

     -Apúntelo usté, señor escribano:
      apúntelo usté con la pluma en la mano,
      tintero y papel.

Y el llorón, con la boca o la "turulla":

      -U-u-u-uh...!

En seguida nueva manda:

       Para don Pedro Montoya
       un tiro de tres caballos
       que por todas las pendientes
       vayan desbocados...!

Y el coro, con tono fúnebre: 

       -Apúntelo usté, señor escribano:
       apúntelo usté con la pluma en la mano,
       tintero y papel.

Y el de la "turulla":

      -U-u-u-uh...!

Rastreando por algunos cancioneros folklóricos reproduzco dos ejemplos más sobre este tipo de testamentos.

El primero de ellos recoge una versión de Herrera del Duque (Badajoz) incluida por Bonifacio Gil en su Cancionero popular de Extremadura, Tomo II, [Badajoz, Excma. Diputación, 1956, nº 150, pág. 81.]



           Madre, que m’ ehtoy muriendo, 
           que venga el notario a hacer tehtamento. 
           Vaya uhté apuntando, 
           señor ehcribano, 
           vaya uhté apuntando 
           con la pluma en la mano. 
           Apunteme uhté un olivá(r) 
           que no se ha plantado ni se plantará. 
           Apunteme uhté una butaca 
           que no tiene asiento ni ehpalda ni pata(s). 
           Apunteme uhté un catre de acero, 
           le faltan lah patas y el barrón de en medio... 
           Apúnteme uhté un colchón, 
           por cada agujero le cabe un melón... 
           Apúnteme una sabaniya 
           que no l’han quedado máh que las oriya(s)... 
           Apúnteme uhté un cobertó(r), 
           que cuando me arropo me arrizo del tó... 
           Apúnteme uhté un almiré(z), 
           que por cá abujero le cabe una nue(z)... 
           Apunteme uhté un crucifijo, 
           que ni Dioh conoce el Santo que ha sido...


El segundo, procede del Cancionero popular de la provincia de Santander, de Sixto Córdova y Oña [Libro III, Artes Gráficas Aldus, Santander, 1952, nº 173, pág. 188].



                 Cuando el señor Domingo se fue al hospital,
                 al señor escribano mandólo llamar.
                 Bien, bien, bien.
                 Luego que hubo llegado, mandólo sentar,
                 y de aquesta manera comenzólo a hablar.
                 Bien, bien, bien.

                 Apúntelo usted, bien, señor escribano, bien,

                 que dejo a mi hermano, bien,
                 unos pantalones, bien,
                 que no tienen tela,
                 forro ni botones.

                 Apúntelo usted, señor escribano,

                 apúntelo usted,
                 con la pluma en la mano,
                 tintero y papel.
                 ¡Bien, bien, bien!

                 Apúntelo usted, bien,

                 que dejo a "fulano", bien,
                 unos zapatos, bien,
                 que por cada boca
                 se ríen del amo.
                 Apúntelo usted...

                 Apúntelo usted

                 que dejo a "Joaquina"
                 una mantillina,
                 cosa muy extraña,
                 que es toda tejida
                 con tela de araña.

                Apúntelo usted

                que dejo a "Fulana"
                seis sacos de harina,
                los tres boca abajo
                y tres fondo arriba.

                Apúntelo usted

                que dejo a mi primo
                un gorro de copa
                que era de mi abuelo
                cuando fue de tropa.

                Apúntelo usted

                que dejo a mis hijos
                un melonar
                que no se ha sembrado
                ni se sembrará.
©Antonio Lorenzo
     

miércoles, 24 de mayo de 2017

Testamentos burlescos: Apúnteme usted, señor escribano... [I]


Los testamentos burlescos recogen una antigua tradición de corte carnavalesco y de claro sentido paródico. La tradición de los disparates, en su relación con los testamentos en la tradición folklórica, tanto oral como escrita, es muy abundante. Dentro de los testamentos, a los que ya he dedicado algunas entradas referentes a los de animales recogidos en pliegos de cordel, quiero circunscribirme en esta ocasión a una modalidad de testamentos burlescos, como los que recogen versos de inventarios de bienes ciertamente ridículos. La tradición de los mismos es antigua, pues de los testamentos en general ya conocemos antecedentes literarios en los cancioneros de los siglos XV y XVI, e insertos en entremeses y comedias del Siglo de Oro, y propagados y recogidos incluso en nuestros días, lo que engarza con una tradición secular.

En los testamentos poéticos, en general, confluyen variadas tradiciones y en ellos podemos observar diferentes modalidades o aspectos. En un sentido amplio podemos considerar bajo el rótulo de testamentos poéticos:

1. Los testamentos de animales, donde legan partes de su cuerpo a distintos destinatarios (testamentos de la zorra, asno, gallo, etc.)
2. Los testamentos de personas reales, donde se aprecia una clara intención doctrinal o moral.
3. Los testamentos de personajes ficticios, de clara intención satírica y humorística.
4. Los "testamentos de amores", donde predomina el carácter amoroso y sentimental, alejados de la comicidad. Son conocidos por su mayor presencia en los cancioneros de los siglos XV y XVI (Cancionero de Baena, Cancionero de palacio, Cancionero de Estúñiga o en el Cancionero General de Hernando del Castillo.
5. Los testamentos propiamente burlescos (en sus distintas variedades) entendidos como un subgénero de los disparates, por el uso del sinsentido, la parodia y la incoherencia como ejes organizadores del discurso bajo la apariencia de una normalidad lingüística.
Dentro de los testamentos burlescos podrían establecerse algunas modalidades, como los que describen humorísticamente el inventario estrafalario y caótico de ajuares de boda o inverosímiles dotes. Si rastreamos por los cancioneros folklóricos podemos encontrar parecido sentido humorístico en cuartetas sueltas que entroncan con esa tradición secular.

Son numerosas las muestras que podíamos traer a colación, pero me voy a detener en aquellos testamentos que suelen incluir la fórmula Apúnteme usted, señor escribano, fórmula muy repetida en recitados y cantares populares de la tradición panhispánica, como iremos viendo.

El escribano, actual notario, era el encargado de recoger por escrito las últimas voluntades de la persona que veía próxima su muerte, quien recogía las disposiciones testamentarias en las llamadas mandas, llamadas así porque cada párrafo comenzaba con la fórmula legal Ítem mando.

Esta fórmula del apúnteme usted, se ha empleado no sólo como ejemplo de testamentos de inventarios pobres en canciones, sino también en refranes e, incluso, en algún cuento tradicional. 

Un antecedente literario del Siglo de Oro

Entre los ejemplos de testamento burlesco que podríamos citar he elegido uno de ellos donde se aprecia claramente el sentido paródico del mismo.

Francisco Bernardo de Quirós (1594-1668), dramaturgo poco conocido, escribió la comedia burlesca El hermano de su hermana (Madrid, 1656). Se trata de una parodia donde se mantienen los nombres de los personajes épicos, pero con un sentido cómico-burlesco, práctica frecuente en las comedias burlescas donde se ridiculiza a grandes personajes. Traspone los escenarios, se desmitifican los hechos y se ridiculiza a los personajes históricos. Teniendo en cuenta este marco, es el Cid quien lee el testamento de don Sancho
                           A mi hermana doña Urraca
                           doy, por miedo del sereno,
                           un quitasol que no es bueno
                           sino para hacer la caca;
                           unas botas de camino
                           sin capelladas ni cañas;
                           un pavés con telarañas
                           que fue del Architiclino,
                           un caballo regalado
                           que de Peranzules fue,
                           que no sabe andar a pie
                           si no es por un estrado. (vv.1160-71)
Esta visión paródica de personajes históricos nos presentan al rey y al Cid discutiendo sobre morcillas, buñuelos o rábanos; los moros se nos presentan como excelentes cristianos y se parodian los conocidos romances del Cerco de Zamora  ridiculizando a sus personajes en un intento de inversión, propio del carnaval, utilizando el modelo del "mundo al revés".

En esta primera entrada reproduzco un pliego donde se recoge una muestra del tipo de testamento que nos ocupa. Tras el pliego, y aunque la cita es larga, me ha parecido oportuno por lo que aporta, el copiar lo publicado sobre el "ciego de profesión" aparecido en El Panorama, periódico literario que se publica todos los jueves (Segunda época), Madrid, Imprenta de I. Sancha, 1839.

El pliego recoge, aparte de las "cuatro clases de mugeres que hay en Madrid" el chistoso testamento del hermano a su hermana, reimpreso en Barcelona en 1854.





La popularidad del tema con la fórmula inicial del apúnteme usted llegó incluso a ser interpretado (eso sí, en un español infame) por la actriz Rita Hayworth en la película Los amores de Carmen, que protagonizó junto a Glenn Ford en 1948. También lo encontramos interpretado por Miguel de Molina con el título de Testamento de un gitano, pero de ello informaré en otra entrada.

El ciego de profesión, según el periódico literario "El Panorama" (año 1839)

Hay ciegos de nacimiento: los hay de resultas de enfermedades que les han privado de la vista; los hay finalmente de oficio. De estos hablo, advirtiendo que los ciegos de oficio no necesitan ser ciegos para llamarse tales, si bien muchos lo son.
   El ciego de profesión es un jénero (sic), y todas sus especies de ocupan del entretenimiento o diversión de los que se jactan de tener vista, aunque hasta ahora está por averiguar si es el que ve quien entretiene y divierte al ciego, o este al que le oye o le compra gacetas y romances.
   Preséntase en primer término el ciego de la gaita, con su ancho y sucio morral, su capa taraseada de azul y verde, sus polainas polvorosas, un garrote ferrado y tobusto, un sombrero a lo patrón de España, Bragas y chaqueta de paño que ha sido pardo y ya suele ser rubio; y en cuanto a camisa... dicen sus declinaciones: vocativo caret. Pulsa, mal he dicho, agovia (sic) bajo las encallecidas yemas de los dedos de la mano izquierda el inharmónico y cerdoso instrumento. Empuña con la derecha la tremebunda clava, y entre el dedo del corazón y el inmediato sujeta con una lazada la mugrienta cuerda que va a parar al collar del pequeñp gosque. Síguele a muy corta distancia mofletudo y dsevergonzado rapaz, traza aproximadamente igual a la del protagonista, fuera de la capa: llámase lazarillo. Sujeta sus pulgares lazada rústica en que se ensartan las enormes castañuelas que repica de cuando en cuando, y que son como el zimbel para cazar papamoscas de calle y de balcón, de taberna y de tienda de curioso guantero, de casa modesta y de elegante palacio; porque los papamoscas abundan en todas partes. El ciego de la gaita es perezoso: levántase a las nueve en verano y a las diez en invierno: discurre de plaza en plaza, desde el Saladero al Rastro, y atraviesa en todos sentidos la población, pescando aquí un mendrugo, allá un ochavo, y más allá un encontron con perro, lazarillo y todo, y repitiendo el famoso testamento, cuyo estrivillo (sic) es
                                                    Apúnteme usted,
                                                  Señor escribano.
 El muchacho se come la parte más suculenta de las vituallas del Belisario filarmónico; y parado delante de cualquier balcón en que ve una mujer, aunque sea de sesenta, exclama puesto en jarras:
                                          Cara de santa Rita
                                          Que...! (Punto y aparte.)
A las dos de la tarde ya está el ciego de gaita en la ribera del apacible Manzanares. Aquel es, por excelencia, su terreno! Allí apura todos los recursos de su garganta, deshaciéndose en gorjeos que si son broncos, no dejan sin embargo de ser gorjeos! Allí es ver como ajitado (sic) por el astro divino de los Homeros de su estofa, improvisa variantes a cual más epigramática, instructiva o chusca a la oración de Ánimas, al responso de san Antonio, a las coplas de Calaínos, y al romance del famoso Lonjinos! Y qué si embozado en la remendada pañosa, y teniendo debajo el acólito, proporciona al auditorio tres o cuatro escenas del siempre divertido, siempre travieso Juan de las Viñas! Las lavanderas con patente suspenden sus labores: las lavanderas por extraordinario abandonan la banca: los mozos del lavadero acorren con tanta boca abierta: los pillos transeúntes se acercan igualmente al corro mientras algunos de sus cofrades, aprovechando la jeneral (sic) distracción, descuelgan tal cual camisa, o tal cual sábana que no estaba muy segura, y la ponen a buen recaudo. El ciego de la gaita triunfa en aquel momento: su voz suena para aquellas jentes (sic) muy más agradable que la de un tribuno en el foro romano: el lazarillo brinca en los entreactos, loquea y vomita desvergüenzas de a folio; y de trecho en trecho, y de corro en corro, tomando aquí un torrezno y allá un vaso de vino cristiano (porque no se consienten moros en las afueras) ganan amo y mozo, contentos y roncos, borrachos y cansados, la puerta de Segovia."
El autor de este verdadero cuadro de costumbres es Agustín Azcona, actor y autor de obras dramáticas y zarzuelas y de una inacabada Historia de Madrid desde sus tiempos más antiguos hasta nuestros días, obra de la que solo se publicó la primera parte en 1843, debido a una enfermedad que le fue dejando ciego.
©Antonio Lorenzo

viernes, 5 de junio de 2015

Testamento de Luzbel cuando cayó arrojado del cielo

Grabado de Hieronymus Wierix (1584)
Leyendas y narraciones, tanto orales como escritas y de muy diversa procedencia, conforman el entramado de los llamados seres espirituales, formados por tres jerarquías o tríadas que agrupan a los llamados nueve órdenes o coros celestiales.


Los ángeles de la religión cristiana son herederos directos de la tradición hebrea, a los que se unen influencias gnósticas y mágico-populares, lo que dificulta en gran medida el tratar de definir tanto su naturaleza como sus funciones.

Según la leyenda, Luzbel era un ángel muy hermoso que se rebeló por soberbia contra el mismo Dios queriendo ser como él. Fue expulsado del cielo junto a sus partidarios por el Arcángel Miguel conociéndose desde entonces como el Ángel Caído identificándose posteriormente en la tradición cristiana con el Diablo (en sus muy diversas acepciones) al que se le fueron añadiendo distintos elementos e  interpretaciones conformando una multiplicidad de leyendas.

Este adversario, el Ángel Caído, recibe en la tradición cristiana nombres como el de Príncipe de las Tinieblas, Belcebú, Satán, Lucifer, etc.

El Apocalipsis (12:7-9) relata así los hechos:
12.7. Y hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles,
12.8. pero no prevalecieron, ni fue hallado más su lugar en el cielo.
12.9. Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, quien engaña a todo el mundo; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
El arcángel Miguel fue quien arrojó del cielo a Lucifer y a los ángeles rebeldes que le seguían y el que mantiene la batalla contra Satanás. Si bien el judaísmo consideraba a Lucifer y a Satanás como dos entidades diferentes (el primero antes de su expulsión y el segundo como príncipe de los infiernos), el cristianismo los identificó bajo un sólo concepto asociado al diablo.

La iconología religiosa sobre el ángel caído es muy abundante, sobre todo en la pintura, aunque la ciudad de Madrid presume de contar en el parque del Retiro con una de las pocas reproducciones escultóricas dedicadas al ángel caído, obra del escultor Ricardo Bellver, formando parte de una fuente inaugurada oficialmente en el año 1885.


Como curiosidad, hay quienes creen que la altura topográfica de la fuente que se encuentra a 666 metros sobre el nivel del mar, y que coincide justamente con el número de la bestia, obedece a un extraño homenaje al diablo según determinadas creencias esotéricas. A su vez, la serpiente que arrastra a Lucifer hacia los abismos tiene siete cabezas, número considerado mágico.

Las imágenes del arcángel Miguel blandiendo una espada o lanza y pisoteando al vencido Lucifer es lugar común en pinturas, grabados y retablos y cuya inicial popularización la debemos al pintor flamenco Martín de Vos (1532-1603), tan imitado posteriormente, como el grabado que encabeza esta entrada por Hieronymus Wierix en 1584 dedicada a Benito Arias Montano.

Otro aspecto interesante es la ambivalencia o indefinición sexual, tanto del arcángel como de Lucifer, sobre todo si observamos el pecho izquierdo del arcángel o a Lucifer cruzando los brazos y cubriendo sus senos como avergonzado y las miradas que se dedican y que tantas discusiones bizantinas han suscitado sobre la ambigüedad del sexo de los ángeles. Por otra parte, el andrógino fue tema común entre los gnósticos al considerar que el espíritu original era la conjunción de varón-hembra como arquetipo primordial de la unión de los contrarios (luz y sombra, bien y mal...).


Grabado de Hieronymus Wierix (1584) [detalle]
A san Miguel se le asocia también con la llamada psicostasis o pesaje de las almas, donde mediante una balanza (símbolo de la justicia) se pesan en el juicio final las acciones buenas y malas en orden a la salvación o a la condenación eterna y donde suele aparecer el diablo para inclinar la balanza a su favor mediante artimañas por medio de ganchos o pequeños diablillos.

Pintura sobre tabla conservada en el Museo Nacional de Arte de Cataluña
Reproduzco primeramente la portada de una edición dieciochesca, sin año, de la imprenta valenciana de Cosme Granja, del que sabemos que su actividad impresora se desarrolló entre 1734 y 1765.



De la imprenta vallisoletana de Santarén reproduzco el 'infernal testamento' de Luzbel, editado en 1830.





Antonio Lorenzo