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miércoles, 25 de noviembre de 2020

Castigo providencial a los perversos don Ramón y Sisenanda

 

Pliego sin fecha y sin lugar de edición donde se relata el execrable asesinato de una santa mujer a manos de su maltratador marido tras caer en las redes de la perversa tabernera de nombre Sisenanda. La dicotomía entre una mujer virtuosa, sufridora y sumisa frente a una intrigante, ardorosa y malévola mujer como causante de la perdición de los hombres, suele ser lugar común en este tipo de composiciones truculentas que acaban con castigos divinos.





©Antonio Lorenzo

martes, 24 de julio de 2018

El crimen del zapatero + La mujer soldado

Supuesto retrato de "La monja alférez"
De la imprenta madrileña Rodas, que estuvo editando hasta el último cuarto del siglo pasado este pliego coloreado conteniendo el crimen del zapatero y la relación de la mujer soldado.

Respecto al crimen del zapatero descubierto por un pastorcillo, no es sino un ejemplo más del gusto por este tipo de romances truculentos. Más interés tiene la relación de la mujer soldado, pues el motivo de la mujer disfrazada de varón es un tópico literario de gran tradición. La reconocida e ilustre investigadora Carmen Bravo-Villasante dedicó su tesis doctoral en 1955 precisamente a este motivo literario en el teatro del siglo de Oro:  La mujer  vestida  de  hombre  en  el  teatro español  (siglos  XVI-XVII).  Revista de Occidente, Madrid,  1955. Se detiene especialmente en la utilización de este recurso en las comedias de Lope, Tirso o Calderón. Más recientemente, yo mismo publiqué un artículo con el título El motivo de la mujer "disfrazada de varón" en la tradición moderna, publicado en la Revista de Folklore, Valladolid, 1997. En dicho artículo, que puede consultarse a través del siguiente enlace, traté de extender el motivo literario a otras parcelas, como son el Romancero, el cuento tradicional y los pliegos de cordel. Ejemplo de estos últimos es el impreso que reproduzco.


El motivo de la mujer disfrazada de varón fue un recurso literario desarrollado, entre otros, por Lope en algunas de sus comedias, como: La  pérdida honrosa, La varona castellana, La montañesa famosa o La amistad pagada.   

El pliego reproducido carece de fecha de impresión, pero centra su interés al ser un ejemplo tardío de la persistencia de estos impresos en el último cuarto del siglo XX.




©Antonio Lorenzo

miércoles, 4 de julio de 2018

La criada perversa y envenenadora


Este pliego es un ejemplo más de sensacionalismo y de utilización de fórmulas de adjetivación morbosa, tan recurrentes y apreciadas por la clientela popular de este tipo de impresos.

El modelo social y de conducta que se desprende sobre la figura de la criada en los pliegos de cordel es en general negativo. El protagonismo que adquieren suele estar asociado a la envidia hacia los señores a los que sirve, siendo su imagen representativa de lo negativo frente a lo positivo asociado a los señores o damas de carácter noble en el imaginario social. La dicotomía entre los defectos de las criadas y las virtudes de los señores a los que sirven se encuentra muy presente en la gran mayoría de impresos populares donde aparecen las primeras. Entre los "defectos comunes" atribuidos a las criadas en los pliegos podemos citar la envidia, la falta de humildad, la maledicencia y la indiscreción.

En el pliego que reproduzco la figura de la criada va mucho más allá, pues a causa de su desmedida ambición acaba cometiendo un execrable crimen envenenando al hijo del señor con quien se casó.

Para un estudio más detallado sobre el papel de las sirvientas en los pliegos de cordel, remito al estudio de Juan Gomis Coloma: Sirvientas en la literatura de cordel, o la criada como enemigo doméstico, en "Cuadernos de Ilustración y Romanticismo", Universidad de Cádiz, Nº 20 (2014).

El pliego reproducido es un reimpresión barcelonesa de José Torrás de 1861.





©Antonio Lorenzo

miércoles, 14 de marzo de 2018

Sangriento y horrible crimen cometido en un cortijo


Un ejemplo más de pliego de asunto escabroso que corresponde a la bien conocida temática de estos impresos populares, donde la truculenta historia es acompañada por una no menos truculenta xilografía como vehículo de atracción morbosa para sus compradores u oyentes. Este gusto por lo truculento tiene un largo recorrido, al que se añade, además, un claro prejuicio incriminatorio sobre la etnia gitana de continuada andadura literaria.

En los pliegos de cordel se puede rastrear fácilmente el rechazo a las minorías étnicas que, si trascendemos sobre su mera literalidad, su estigmatización contribuye a dotar en el imaginario social un sentido de unidad frente a lo ajeno, al tiempo que se resalta lo considerado como propio.

En el  pliego subyace la negativa valoración colectiva de la etnia gitana a la que se le atribuyen una serie de tópicos basados en prejuicios y estereotipos, como embaucadores, inmorales, raptores de niños, ladrones, etc. El estigma étnico que arrastran los gitanos, al igual que sucede con otras comunidades como los judíos o los moros, contrasta en la realidad con su contribución a la economía agraria tradicional de una forma sistemática a lo largo de los años.

Al margen de estos consabidos prejuicios, el pliego nos ofrece una clara marca de oralidad al dirigirse el recitador al público que lo escucha comentando en un inciso:

                                                  Considerad el dolor
                                                  de esta madre desgraciada,
                                                  vosotras que tenéis hijos,
                                                  ¡si estaría desolada!...

El pliego está impreso en Barcelona por José Tauló en 1859 y a la venta en la conocida Casa de Juan Llorens.





©Antonio Lorenzo

viernes, 19 de agosto de 2016

Horrible venganza de la perversa mujer enamorada del sacerdote don Gerónimo de Almansa

Georges de La Tour (1593-1652) - Músico ciego
Amores imposibles con un sacerdote, despechos, falsos testimonios, venganzas, cómplices desaprensivos, asesinato e intercesiones milagrosas... Ingredientes habituales en este tipo de pliegos, donde lo desmesurado es característica habitual.

Sucesos ocurridos el 25 de julio de 1820, según se declara en el papel. Pliego editado en Valencia por Ildefonso Mompié en 1823.





Antonio Lorenzo

sábado, 13 de agosto de 2016

Terrible asesinato en la calle del Conde del Asalto


Reproduzco un ejemplo más del gusto por lo macabro y lo tremebundo de este tipo de pliegos, acompañado por dos ilustraciones impactantes, donde se nos describe el complot entre la criada y su amante para asesinar a su amo y quedarse con sus posesiones. 

Como curiosidad, en la pormenorizada descripción del asesinato, se omiten determinadas escenas, sustituidas por unos puntos suspensivos, donde el lector-oidor debería acudir a su imaginación para completarlas, lo que añadiría más morbosidad a lo relatado.

El pliego, de formato poco habitual, pues se reduce a una sola hoja, fue impreso en Barcelona en la imprenta de Narciso Ramírez y Cª en 1875.



Antonio Lorenzo

miércoles, 3 de agosto de 2016

Las ocho muertes cometidas por un hombre ingrato


Si tuviésemos que elegir un pliego característico como ejemplo representativo de los crímenes horrorosos, bien pudiera ser este, publicado en Barcelona, sin fecha, por la imprenta de Antonio Bosch.

A causa de un matrimonio concertado y a instancias de su amante, nuestro protagonista acaba con la vida de su mujer, sus tres hijos, sus padres..., y finalmente con la propia amante. El final no es otro que el suicidio del protagonista arrojándose al mar con una piedra atada a su cuello llevándose contigo todo su dinero: ¿alguien da más?

La profusión de nombres, datos y detalles macabros son características de la estética de este tipo de pliegos, que suelen ir acompañados por una expresiva e impactante ilustración.





Antonio Lorenzo

martes, 26 de abril de 2016

Asesinado y enviado por tren en un baúl

Kazimierz Pochwalski (1855-1940)
Pliego de cordel editado en Barcelona en 1864, a los dos años de producirse los sucesos que relata. El gusto por lo sensacionalista y lo truculento de este tipo de pliegos fueron los antecedentes del famoso semanario El Caso, que durante más de cuarenta años se mantuvo con éxito editorial desde su primer número, aparecido el 11 de mayo de 1952, hasta su desaparición en el 1987. Este semanario, dedicado a los sucesos y al mundo del delito y a hechos curiosos o sorprendentes, contó con un elevadísimo índice de lectura entre los años cincuenta y ochenta del pasado siglo que lo convirtió en todo un fenómeno mediático y comunicativo.


Los grandes titulares de color rojo y las fotografías o ilustraciones llamativas e impactantes en la portada del semanario, no son sino la evolución de estos efímeros pliegos de cordel que ya anticiparon décadas atrás el interés del público por estas noticias.

Reproduzco una crónica, aparecida en el diario El Norte de Castilla, donde recuperan las noticias de los sucesos narrados en el pliego

VALLADOLID. CRÓNICA NEGRA

Julián Otaola, acaudalado prestamista, desapareció repentina y misteriosamente en el mes de noviembre de 1862. En febrero del año siguiente, su cadáver fue encontrado dentro de un baúl en la Estación de Alar. Había sido envenenado y estrangulado
17.07.10 - 00:36 - 

ENRIQUE BERNAL |


La Policía llevaba tiempo observando con lupa sus actos, no en vano era uno de los prestamistas más famosos y acaudalados de la ciudad. De origen vasco y con fama de hombre poderoso, respondía al nombre de Julián de Otaola y vivía en el número 18 de la calle Pedro Ansúrez.

Era multitud la gente que había oído hablar acerca de sus negocios y no pocas veces él mismo había acudido a las fuerzas de orden público en procura de protección. No llevaba una vida fácil, a pesar de la riqueza que atesoraba. Y lo cierto es que la Policía no había podido hacer acopio de pruebas sólidas sobre las supuestas irregularidades que determinadas gentes le achacaban.

Hasta aquel mes de febrero de 1863, en el que Otaola cobró mayor protagonismo, pero por otras causas. Nadie le había vuelto a ver desde noviembre del año anterior; era como si las calles se lo hubiesen tragado. Nada se supo de él desde aquel día en el que salió de casa acompañado de un joven que portaba un extraño bulto. Quienes lo conocían especulaban sobre su misteriosa desaparición, no faltó quien lo imaginó tirado en un descampado o ahogado en el río. Enemigos, de hecho, no le faltaban.

La Policía, convenientemente avisada, se puso manos al asunto. En un primer momento, sus múltiples y variadas diligencias no dieron fruto. Sabían dónde vivía y controlaban su rutina diaria, pero en ninguno de los sitios que frecuentaba supieron dar explicación lógica de lo sucedido.

Hasta que el juez encargado del asunto, Antonio de la Cuesta, infundió nuevos bríos a las pesquisas. Intervino todos los papeles y pertenencias del desaparecido, y comenzó a recabar hallazgos determinantes. Entre ellos, una enorme caja de hierro ubicada en un lugar discreto: se trataba, con toda probabilidad, de la que el prestamista utilizaba para guardar el dinero, valores y demás objetos valiosos.

Caja forzada

No por casualidad, la caja había sido forzada hasta hacerla ceder. Y estaba vacía. La hipótesis del robo cobró gran verosimilitud, lo mismo que las graves consecuencias que podrían derivarse del mismo.

El siguiente paso no era otro que acertar con los sospechosos del hurto. Tiempo atrás, los agentes habían detenido a la criada del desaparecido, Vicenta Artiagoitia Alecheguerra, natural de Gordejuela, soltera de 34 años, cuya primera declaración resultó poco esclarecedora. Pero ahora, el hallazgo del arca la había vuelto a colocar en el punto de mira más evidente.

Acierto pleno: lo confesado por Vicenta en esta segunda ocasión supuso un giro de 180 grados para el caso: se confesó cómplice del asesinato y desentrañó numerosos detalles del mismo, si bien no todos verdaderos.

Siguiendo su declaración, la Policía supo que a la Estación del Norte había llegado un baúl de grandes dimensiones y peso considerable; dirigido a Alar, no había tardado en provocar la extrañeza del personal encargado.

No por casualidad, el equipaje había aparecido justo a mediados de noviembre de 1862, coincidiendo con la desaparición del prestamista. Era miércoles, 18 de febrero de 1863, cuando la Policía llamaba al jefe de estación de Alar para confirmar el dato; la información que recibieron era aún más jugosa: el baúl, efectivamente, no sólo había llegado a esas dependencias hacía aproximadamente tres meses, sino que aún permanecía en el almacén de equipajes sin que nadie lo reclamase.

El juez ordenó que lo enviasen a Valladolid cuanto antes. Al día siguiente, la expectación era enorme. La caja, recién bajada del vagón, estaba intacta. Cuando la abrieron, el silencio dio paso a la exclamación más conmovedora: en su interior apareció el cadáver del prestamista, envuelto en una sábana que llevaba sus propias iniciales y en el mejor estado de conservación. Estaba vestido; otras ropas esparcidas por el interior evitaban que el cuerpo se moviera y produjera ruido.

El juez mandó hacer la autopsia y el resultado no produjo demasiadas sorpresas: el prestamista había sido estrangulado. Las pesquisas posteriores abrieron un abanico enorme. Todo se debió a una complicada urdimbre dirigida, simplemente, al robo.

El asesinato tuvo lugar la noche del 14 al 15 de noviembre de 1862. Lo perpetraron la sirvienta, un joven llamado Carmelo Ausejo y Alacot, militar valenciano que había servido en el regimiento de Almansa y ahora lo hacía en el provincial de Valladolid, y la amiga de ambos, Juana Valencia Medrano. La presencia de esta última no era inocente: deudora, junto a su madre, de 7.000 reales que Otaola les había prestado, aseguraba que éste les amenazaba con ejecutar el embargo de su finca en caso de no pagar. Los tres, Vicenta, Carmelo y Juana, fueron hallados culpables de homicidio y condenados a la pena capital.

La secuencia del caso, una vez hechas las averiguaciones y confirmadas en el juicio, resultó truculenta. Primero trataron de envenenar al prestamista con un producto que Juana había comprado en Ávila, pero viendo que no conseguían acabar con su vida, decidieron cortar por lo sano. Entraron en la casa, irrumpieron en su cuarto, Vicenta y Juana le sujetaron las manos y el militar lo estranguló. Luego encerraron el cadáver en el baúl. Como encubridora actuó la madre de Juana, Petra Medrano, que resultó condenada a 9 años de prisión.

De nada sirvieron las peticiones de clemencia por parte del arzobispo de Valladolid: Ausejo, procesado en primer lugar y de manera aislada por su condición de militar, fue ajusticiado a garrote vil el 16 de junio de 1863, martes. Vicenta y Juana hubieron de esperar hasta el 25 de febrero del año siguiente, jueves, para correr la misma suerte.





©Antonio Lorenzo

martes, 22 de marzo de 2016

Crímenes cometidos por la hija enamorada de su padre y celosa de su madre


Traigo dos pliegos del mismo asunto editados por diferentes imprentas. En primer lugar, reproduzco el editado por la imprenta madrileña de Marés en 1849 donde se nos cuentan los horrorosos crímenes cometidos por una desalmada hija, enamorada de su padre y celosa de su madre. Si en el pliego de Marés la acción se sitúa en Castellón de la Plana, en el editado en Valencia por Mompié, el escenario de los crímenes se localiza en Roma.

El primer establecimiento del impresor José María Marés estuvo situado en la calle Preciados de Madrid en 1842, según se desprende de los pies de imprenta de los primeros pliegos que editó. Su actividad impresora se prolongó, bien con su nombre o asociado con el de su sucesor Manuel Minuesa, hasta el 1873-1874, estando establecidos desde 1861 en la calle Juanelo, nº 19.






El mismo pliego, con ligeras variantes textuales, es el editado [s.a.] por Ildefonso Mompié de Monteagudo. Sabemos que este impresor nació en Lorca en 1785 o 1786 y falleció en Valencia en 1855. Mompié ya imprimía al menos desde el 1815 y en el 1817 se asoció con el también impresor Miguel Domingo hasta el año 1821. A partir de ese año ya figuran separadamente en los pies de imprenta de sus publicaciones.







Antonio Lorenzo

domingo, 6 de diciembre de 2015

Mataba a los niños y los servía guisados a sus huéspedes

Ciego coplero con guitarra
Ejemplo de romance truculento donde se narran los horrorosos crímenes sucedidos en una fonda de la ciudad de Lisboa. Se trata de un magnífico ejemplo de la estética y de los recursos estilísticos propios del género de los pliegos de crímenes en los que no falta ningún ingrediente y donde se menciona el papel transmisor del ciego coplero:

                                                   "La vida que llevo yo
                                                   es la de un pobre ciego
                                                   siempre cantando crimenes
                                                   que malvados cometieron".


La profusión de datos es característico en este tipo de composiciones: fechas, nombres y descripciones macabras para despertar el interés y conmover al público lector-oidor:

                                                  "Una oreja de un niño
                                                  que estaba allí rebozá
                                                  con las chuletas de carne
                                                  que son las que gustan mas".


El pliego, del año 1895, según se nos dice que sucedieron los hechos, fue editado por la imprenta de Taroca y hermanos, de la que nada sabemos.





Antonio Lorenzo