martes, 9 de mayo de 2017

El temerario viaje en globo de Lunardi por el cielo madrileño en 1792 y 1793 (I)


El 5 de junio de 1783 daba comienzo la Historia de la Aeronáutica al partir del momento en que los hermanos Joseph y Etienne Montgolfier consiguieron elevar en Annonay (Francia) un globo de seda inflado con aire caliente. La experiencia la repitieron poco después otros atrevidos pilotos, como el considerado primer aeronauta que se subió al globo unido a tierra por un cable el día 15 de octubre del mismo año: Jean François Pilatre de Rozier, quien acabó con su vida a los 31 años al estrellar su globo en su vano intento de cruzar el Canal de La Mancha.

Los primeros globos diseñados por Montgolfier eran de papel y tafetán engomado y con forma piramidal. Como combustible se usaba paja, ya fuese húmeda o seca, y lana.

Tuvieron que pasar muchos años hasta conseguir dirigir a voluntad la navegación del globo y solventar con cierto éxito la fuerza del viento. Hubo que esperar más de un siglo, hasta el 2 de julio de 1900, cuando se realizó el primer vuelo en dirigible rígido inventado por Ferdinand Graf Von Zeppelin.

Tras las primeras demostraciones de los hermanos Montgolfier en Francia, se sucedieron por toda Europa intentos y experiencias parecidas. En el caso de Madrid, Agustín de Betancourt, ingeniero e inventor de origen canario, consiguió elevar un globo aerostático de su invención ante el asombro de la corte en La Casa de Campo. La experiencia se multiplicó en otras localidades, como recogen los periódicos de la época, como La Gaceta de Madrid (años 1793 y ss.), donde da noticias de las experiencias en Barcelona, Valencia, Plasencia y otras, donde en la barquilla se introducían jaulas con gallinas, gatos y hasta cabras.

En estos primeros intentos de volar a bordo de un globo aerostático me voy a detener en el caso del capitán italiano Vicente Lunardi, que en agosto de 1792 sobrevoló el cielo de Madrid desde el Real Sitio del Retiro, hasta alcanzar la localidad de Daganzo de Arriba.

Retrato de Vicente Lunardi antes de 1815 (Museo de Historia de Madrid)
Vicente Lunardi, que ya había realizado vuelos de exhibición en las cortes europeas de Italia y sobre todo en Inglaterra subido a su globo aerostático, realizó en Madrid una demostración el 12 de agosto de 1792, tal y como se recoge en el curiosísimo pliego, del que reproduzco la primera  parte en esta entrada.

El día 12 de agosto, en presencia de la familia real, de Godoy, y del futuro Fernando VII, tuvo lugar el multitudinario espectáculo. Según el Diario de Madrid del 14 de agosto:
'Fue innumerable y muy lucido el concurso de ambos sexos, y todas clases... Tres bandas de música de la guarnición de infantería del Buen Retiro animaron la función con “alegres marchas y sonatas”..., Después de volar durante unos minutos, ante el asombro del público, que permaneció mudo, según el el aparato aterrizó cerca del pueblo de Daganzo de Arriba, a 5 leguas de Madrid, “habiéndose apeado con suma felicidad”.
Según el mismo diario:
'Tras tomar tierra Lunardi compartió con los lugareños vino y bizcochos... En el lugar del Fresno vieron las gentes el globo y pensando que seria alguna cosa del otro mundo, hechaban á huir amedrentadas, y las mugeres llorando á lagrima tendida se iban corriendo á sus casas, y un guarda de viñas echó mano á la escopeta y le iba a tirar un balazo, y no lo hizo porque el mismo susto se lo estorvó'.
Un grabado anónimo refleja cuando Lunardi "se apeó" en la Plaza de Daganzo.


Reproduzco unos interesantes grabados que recogen esta primera experiencia de Lunardi en el 1792 y que despertó, como no podía ser menos, una enorme expectación.






Uno de los grabados más curiosos es el reproducido a continuación, a la venta en la librería de Corominas en la calle Carretas, de 1784, años antes de la ascensión de Lunardi. Lo que resulta más curioso es la explicación de cómo confeccionar un globo "todo fácil y de poco coste", aunque, eso sí, una vez que se le suelta hay que ir a a buscarlo, si es que se consigue.

Obviamente, la explicación ofrecida en la estampa carece de todo fundamento y  no contribuye en modo alguno a quienes quisieran seguir las pautas marcadas, pero es un ejemplo del gran interés despertado sobre estas primeras manifestaciones aerostáticas.


Otra estampa, disparatada como la anterior, es esta de 1783, que se hallaba en venta en la librería de la Viuda de Escrivano, también en la calle Carretas de Madrid.


En una posterior entrada comentaré otras experiencias aerostáticas del capitán Lunardi por tierras españolas. Mientras, vayamos con la primera parte del pliego en cuestión.








©Antonio Lorenzo

No hay comentarios:

Publicar un comentario