domingo, 22 de mayo de 2016

Santos protectores y sanadores: santa Bárbara (4ª parte)

Detalle del tríptico de Robert Campin (ca. 1375-1444)
En esta cuarta entrada me voy a detener exclusivamente a comentar algunos aspectos de la iconografía de la santa que me parece que se apartan un tanto de las habituales imágenes sueltas a las que estamos acostumbrados. He de confesar que la belleza de estas imágenes me han sugerido que merecían por sí solas un atento paseo, tanto por su composición como por el simbolismo que emanan.

La imagen de santa Bárbara que ilustra esta entrada forma parte de un hermosísimo tríptico conservado en el Museo del Prado de Madrid al que le falta la tabla central. En las dos tablas laterales que se conservan puede apreciarse la minuciosidad de los detalles junto a la perspectiva del paisaje y el marco doméstico para situar las escenas sacras.





La tabla donde se representa a la santa se enmarca en un ambiente confortable mientras lee atentamente al lado de una chimenea. A su vez, está rodeada de objetos cotidianos que encierran o sugieren significados simbólicos, cuya interpretación es siempre subjetiva y abierta a interpretaciones erróneas: la toalla que cuelga y la jarra del agua, como símbolo de castidad y limpieza; el fuego de la chimenea, como símbolo de la purificación; la azucena azul en el jarrón puede asociarse con la pureza y la esperanza en la resurrección; el paño en la mano que sostiene el libro sugeriría la humildad... Pero la asociación de esta escena con la figura de Bárbara se deduce al contemplar desde la estancia interior, y a través de la ventana abierta, la construcción de la torre como parte del paisaje donde será encerrada y martirizada santa Bárbara, que sin ese determinante detalle hubiese sido más complicado identificarla.



Adjunto otro retablo donde se detallan escenas de la vida legendaria de la santa. De autor anónimo, aunque hay estudiosos que lo identifican con Aert van den Bossche, pintor activo en Bruselas entre 1470 y 1500.

Aert van den Bossche (ca. 1470-1500)
El retablo trata de reconstruir las principales escenas de la vida de la santa. En su parte izquierda puede observarse lo que parece el bautismo de la santa y su conversión al cristianismo.


En su parte derecha se ve a un enfurecido Dióscoro blandiendo su espada y a Bárbara escondida en un peñasco tras haber huido de la torre donde la encerró su padre. En el lateral derecho parece apreciarse la entrega de Bárbara al juez para ser juzgada, siendo finalmente torturada y degollada por su padre.


Otro cuadro que recoge en escenas la vida de la santa es el conservado en la iglesia de san Isidoro de Oviedo, obra atribuida a Diego Valentín Díaz (1586-1660), pintor barroco de formación manierista.

Santa Bárbara aparece en el cuadro bajo un dosel cubierto de ángeles y rodeada por ocho pinturas con las escenas más significativas de su vida e incorporando motivos arquitectónicos y escultóricos para dotar de una mayor teatralidad al lienzo.


Un ejemplo del gótico valenciano es este bello tríptico de Puertomingalvo, en la comarca de Gúdar-Javalambre, (Teruel), fechado alrededor en la primera mitad del siglo XV, época de una creciente y pujante vitalidad política, cultural y económica en aquellos años, y cómo no, también en el campo de su producción pictórica.

El tríptico se atribuye a Gonçal Peris Sarrià, entre 1380 y 1451 conservado actualmente en el Museu Nacional d'Art de Catalunya. La devoción a santa Bárbara adquirió un enorme auge durante todo el siglo XV, como atestiguan las numerosas cofradías, ermitas y altares en el antiguo reino de Aragón.


Debajo del calvario, que aparece en la parte superior de la tabla central, aparece de pie la figura de la santa sosteniendo en su mano derecha la consabida torre y en su mano izquierda la palma del martirio. Las dos calles laterales desarrollan escenas propias de la leyenda. En la primera escena vemos a la santa recibiendo el bautismo por el sacerdote Valentín, enviado por Orígenes según la leyenda, con las manos juntas y desnuda de cintura para arriba y en presencia de dos eremitas. La siguiente escena de la misma tabla recoge la construcción de la torre donde Bárbara parece exigir el que abran tres ventanas para reverenciar a la Santísima Trinidad.


La siguiente escena recoge cómo Dióscoro amenaza con su espada a Bárbara y esta se oculta en el bosque. En el siguiente compartimento, Dióscoro a caballo en persecución de su hija encuentra a un pastor que la delata, convirtiéndose tanto el pastor como sus ovejas en estatuas de mármol. En otras versiones de la leyenda las ovejas se convierten en langostas, como ya comenté en la primera entrada.

Las siguientes escenas ejemplifican su presencia ante el juez que ordena su suplicio; el episodio donde le arrancan los pechos y por fin la degollación de la santa a manos de su propio padre, quien muere inmediatamente fulminado por un rayo, justificando el protectorado de la santa contra rayos y centellas.


Las predelas que cierran el retablo recogen, de izquierda a derecha, las siguientes figuras sedentes: Santa Úrsula, santa Lucía con los ojos en el plato y la Virgen Dolorosa. A continuación aparece san Juan Evangelista, santa Margarita y santa Catalina, junto a su famosa rueda de martirio.



Para acabar este breve repaso por la iconografía de la santa no quiero dejar de mencionar otro hermoso retablo, conservado en el palacio condal de Cocentaina en Alicante, donde se ejemplifican también los episodios más significativos de la leyenda y que cuenta, además, como curiosidad, la representación a los pies de la santa titular de dos figuras de monarcas


Antonio Lorenzo

No hay comentarios:

Publicar un comentario