jueves, 16 de mayo de 2013

La baraja explicada por un soldado

Baraja valenciana de 1778
La explicación «a lo divino» de las cartas que integran la baraja no es específica de la tradición española, pues conocemos versiones portuguesas y latinoamericanas. La adaptación de tal práctica, ya sea en forma de romance-canción o como cuento o narración, hay que buscarla en la obra de Hadin «Histoire du jeu de cartes du Grenadier Richard, ou explication du jeu de cinquante-deux cartes en forme de libre de prières», París, 1811.

El argumento general, con ligeras variantes, puede resumirse así: un soldado (en las versiones españolas llamado Miguel de Ricart o Andrés Espinosa) es sorprendido en la misa con una baraja entre las manos. El sargento lo recrimina y le conduce ante el coronel o mayor. El soldado se justifica diciendo que no cuenta con dinero para comprarse un misal o libro de oraciones y que la propia baraja le sirve de instrumento de oración y piedad. El soldado comienza a interpretar cada carta de la baraja «a lo divino» (en la versión francesa la baraja consta de 52 cartas). En las versiones abreviadas, que son las más abundantes, se asocia con determinados elementos de la pasión, con lo que logra convencer plenamente al jefe superior. Este le levanta la posible sanción y además le entrega una cantidad de dinero o le ofrece días de permiso.

La baraja y el soldado (como también es conocido el romance-canción) es un claro ejemplo de creación de un sistema de analogías y de operaciones mentales puestos en boca de alguien que ostenta en la sociedad clasista un rango inferior, lo que maravilla a sus superiores por su bien engarzada explicación. La propia baraja se convierte, pues, en un artefacto o herramienta de imaginación, sustitutiva de un libro imaginario. Es interesante señalar cómo los motivos icónicos de cada palo de la baraja sugieren, en su libertad interpretativa, el establecimiento de variadas correspondencias con motivos religiosos.


Madrid, Sucesores de Hernando, sin año.
Portada del pliego editado en
Córdoba, Impr. R. Gª Rodríguez, sin año.
Un elemento interesante que aparece en algunas versiones consiste en que el soldado se salta conscientemente la interpretación de una de las cartas (en la baraja francesa se trata del «valet» y en la española se asocia a la sota). Un diálogo explicativo es el siguiente:
— ¿Cómo habiendo dado usted relación y representación de todas las cartas de la baraja, no ha citado la sota de oros?
— Señor —contestó el encausado— la sota de oros se parece a mi sargento primero y no he querido mezclarla en tan sagrados misterios.

Valladolid, Impr. Dámaso Santarén, 1850
Este tipo de composiciones pueden ser entendidas como facilitadoras de recursos mnemotécnicos y memorísticos para desarrollar habilidades y cálculos mentales. La explicación de motivos religiosos a través de la baraja (o de las piezas del arado, o de las horas del reloj, o las vestiduras, etc.) constituyen una curiosa muestra de entrecruzamiento o simbiosis entre lo profano y lo religioso donde se trasluce veladamente una especie de enfrentamiento virtual de los humildes frente a los poderosos o representantes de la clase dominante, lo que viene a añadir un sutil ingrediente reivindicativo que habría que tener en cuenta en otros análisis.

Transcribo uno de los variados cuentos que circulan sobre la misma temática asociados al número de cartas de la baraja francesa.

El cuento del soldado

 Durante la guerra en Corea, un grupo de jóvenes soldados, al terminar una larga caminata, llega a la ciudad de Seúl. El siguiente día era domingo. Varios de ellos fueron a misa.
Después de leer las oraciones, el sacerdote prosiguió con el texto sagrado.
Algunos de los muchachos que tenían su libro de oraciones lo sacaron, pero uno de ellos, que solo llevaba una baraja, la extendió frente a él.
El sargento que comandaba a los soldados dijo: "soldado, guarde la baraja". Al terminar la misa el soldado fue arrestado y llevado ante el comandante.
"Por qué ha traído aquí a este hombre", preguntó el oficial.
"Por estar jugando baraja en misa, capitán", contestó el sargento.
"Y usted que puede decirme en su favor".
"¡Mucho, mi capitán!", contestó el soldado.
"Espero que así sea", dijo el capitán, "porque de lo contrario, será severamente castigado"
El soldado dijo:
"Es así mi capitán… Hemos estado en marcha por seis días y aunque no tenga Biblia, ni libro de oraciones, espero satisfacerlo con la pureza de mis intenciones.
Cuando yo veo el as en la baraja, recuerdo que hay un solo Dios todopoderoso.
Cuando veo el dos, me acuerdo que la Biblia está dividida en dos partes, antiguo y nuevo testamento.
Cuando veo el tres, pienso en la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Cuando veo el cuatro, me acuerdo de los cuatro evangelistas que predicaron el evangelio de la salvación, Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Cuando veo el cinco, me acuerdo de las cinco vírgenes necias y las cinco vírgenes prudentes. Cinco se perdieron, cinco se salvaron.
Cuando veo el seis, me acuerdo que en seis días Dios hizo el cielo, la tierra y todo lo creado.
Cuando veo el siete, me acuerdo que Dios descanso el séptimo día.
Cuando veo el ocho, me acuerdo de las ocho personas que dios preservo del diluvio fueron, Noé, su esposa, sus tres hijos y las esposas de estos.
Cuando veo el nueve, me acuerdo de los nueve leprosos… Fueron diez los que nuestro señor alivió, pero nueve de ellos ni siquiera las gracias le dieron.
Cuando veo el diez, pienso en los diez mandamientos que Dios le dio a Moisés, escritos en tablas de piedra.
Cuando veo la sota, me acuerdo del diablo, príncipe de las tinieblas y padre de la mentira.
Cuando veo la reina, me acuerdo de la Santísima Virgen María, reina del cielo y de la tierra.
Cuando veo el rey, me acuerdo otra vez, que hay un solo Dios todopoderoso.
Hay trescientos sesenta y cinco puntos en la baraja, como los días del año. Cincuenta y dos cartas, como las semanas del año. Cuatro palos, como las cuatro semanas del mes. Doce figuras, como los meses del año.
Por eso mi capitán, mi baraja me sirve como Biblia, almanaque y libro de oraciones".
 “Amigos lo que les he platicado aquí es la verdad, lo sé porque yo soy ese soldado”.
Reverendo Padre Pepe Peña.



La baraja de Borja

Como curiosidad y antecedente literario a estas asociaciones «a lo divino» es interesante comentar algo sobre la baraja que confeccionó el que fuera General de la Compañía de Jesús y canonizado por el papa Clemente X en 1671 Francisco de Borja.

La infanta Juana, hermana de Felipe II y princesa de Portugal, que era al parecer muy aficionada al juego de naipes, solicitó al padre Francisco de Borja (1510-1572) que le confeccionara una baraja espiritual para encauzar su desmedida afición de una forma piadosa. La conocida como baraja espiritual de Borja, confeccionada por este en 1553, alcanzó gran éxito entre la nobleza, que comenzó a frecuentar el juego con esa baraja y dio origen a distintas variantes. La baraja constaba de 48 cartas sin ningún dibujo: 24 de ellas llevaban la descripción de una virtud y las otras 24 la de un vicio. El vencedor era aquel que recibía al final más cartas de virtudes. Este «enseñar deleitando» aristotélico utilizaba sabiamente el juego, considerado mayormente como un vicio, como un instrumento de utilidad piadosa y edificante.

Publico un pliego de la misma temática y de factura más moderna, sin datos de impresión ni año, con el curioso título de «Nuevo tango» donde se desarrolla con más amplitud las analogías con la pasión de Cristo.




Para saber más

- Ètienbre, Jean-Pierre, «Márgenes literarios del juego. Una poética del naipe. Siglos XVI-XVIII», Tamesis Books Limited, London, 1990.

- Adjunto también un enlace para escuchar una versión, recogida oralmente en el pueblo de Cañizares (Cuenca), cantada por el grupo Raíces y extraída de su disco «De boca en boca» (1979)


©Antonio Lorenzo

2 comentarios:

  1. Me ha encantado, no conocía esta tan bonita historia.

    Muchas gracias por la documentación y trabajo.

    Un Saludo!

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  2. Gracias por su comentario. Espero que otras entradas despierten su curiosidad y sean de su interés.

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