sábado, 16 de febrero de 2013

El bandolero Serrallonga



El bandolerismo en Cataluña se conoce desde la Edad Media. En un sentido amplio se pueden considerar como actos de bandolerismo las luchas armadas entre estamentos aristocráticos para solucionar conflictos. Los señores feudales catalanes promovían y dirigían acciones violentas suscitadas por su deseo de expansión territorial con el apoyo de amplias capas de la sociedad. Es lo que se ha venido llamando «bandolerismo aristocrático» frente a un «bandolerismo popular». El bandolerismo aristocrático que practicaban las familias nobles catalanas consistía en reclutar ejércitos privados (los llamados bàldols feudals) de carácter temporal hasta dirimir el conflicto. Esta forma de resolver a mano armada los conflictos se designa en catalán con el verbo bandolejar, próximo al sustantivo bandolero. El bandolerismo popular, tal y como lo conocemos, es un fenómeno social más moderno y cuya causa principal suele ser la pobreza de amplias capas de la población.

Los enfrentamientos entre dos bandos nobiliarios, los nyerros y los cadells (conocidos también como narros y caderes), arrancan ya desde el siglo XII, pero toman una especial relevancia durante el siglo XVI y se extienden con desigual virulencia en siglos posteriores. Simplificando mucho y sin detenernos en sus orígenes los llamados nyerros son aquellos miembros que representaban a las clases medias y a los campesinos o pagesos y que eran defensores de los intereses de los señores feudales catalanistas. Los cadells, por el contrario, representaban a un amplio sector de la nobleza urbana y daban soporte a la monarquía castellana centralista y a la iglesia.

Se trata, en definitiva, de dos ámbitos de poder: uno formado por las instituciones de gobierno catalanas y otro por el entramado institucional dependiente directo de la monarquía. Obviamente no deja de ser una simplificación conceptual que habría que matizar, pero en la que no debemos entrar ni por espacio ni por el propósito de este blog.

La presión fiscal de la hacienda real sobre Cataluña, promovida por el conde-duque de Olivares (valido de Felipe IV) y la protesta contra la movilización y su permanencia de los tercios del ejército real y contra la pretensión de que fueran alojados dentro de las poblaciones, junto a la precaria situación económica general, desembocó en una violenta revuelta social conocida como el Corpus de Sangre, el 7 de junio de 1640, (Guerra de Les Segadors) donde fue asesinado el virrey, conde de Santa Coloma, y asaltadas muchas casas de nobles en la ciudad de Barcelona.

Oleo de Antoni Estruch (1907)

Siete años antes de este estallido popular, pero en estrecha relación a estas confrontaciones entre linajes, fue ejecutado en Barcelona Joan  Serrallonga.

Joan Sala i Ferrer


Joan Sala i Ferrer nació en el pueblo de Viladrau, de la veguería de Vich, en 1594. El nombre de Serrallonga lo tomó de la casa de su mujer, Margarida, en el término de Carós. Comenzó su vida bandolera ya cumplidos los 30 años. Las causas sobre esa decisión no han sido aclaradas. En el proceso que se le siguió y que se conserva y conoce por haber sido publicado por Juan Cortada, Serrallonga declaró que se echó al monte por haberse visto implicado injustamente en un delito de robo.

Según la declaración de mismo Serrallonga en el proceso contra él, tuvo que huir de su casa y ponerse fuera de la ley por culpa de su amigo Miquel Barfull, quien le denunció a las autoridades por quedarse unas capas robadas por otro amigo, y por comprar a sus hermanas la mula que acababan de robar a su madre. Cuando las autoridades vinieron a detenerle, Serrallonga se escapó a los montes. Unos días después mató a tiros a su denunciante Miquel Barfull porque había guiado a sus perseguidores. Serrallonga tuvo cinco hijos, uno de ellos sacerdote.

Durante el proceso le acompañó su querida llamada Juana, la Massisa, y parece ser que era hija de un cabecilla del bando de los cadells, contrario al de los nyerros de Serrallonga.

La captura de miembros de su banda marcó el declive de la vida bandolera de Serrallonga. Las torturas a que sometieron a sus compañeros permitieron la detención de su cabecilla y la posterior acusación y condena. Detenido junto a su amante Juana en 1633 fue condenado a la horca, que se ejecutó el 8 de enero de 1634.

La figura de Serrallonga ha inspirado sendas canciones populares y numerosas leyendas donde prima más la ficción que la realidad y donde las informaciones sobre sus peripecias se contradicen.

Serrallonga y la comedia


















Al año escaso de la ejecución de Serrallonga se representaba en los teatros madrileños la obra El catalán Serrallonga y los bandos de Barcelona (1635), escrita en colaboración por tres dramaturgos: Vélez de Guevara, Rojas Zorrilla y Antonio Coello. El tomar personajes y acontecimientos próximos y reales para crear una nueva comedia era habitual en la época. Sobre hechos más o menos conocidos se creaba una ficción que pretendía emocionar y cautivar a un público ávido de novedades en el siglo XVII.

El argumento de la comedia El catalán Serrallonga nada tiene que ver con lo que conocemos de la vida del bandolero. En la comedia se nos presenta como un joven noble hijo de don Bernardo de Serrallonga. Durante un juego de pelota y a causa de unos malentendidos don Juan acaba con la vida de don Félix Torrellas, lo que despierta la enemistad previa que ya existía entre las dos familias por su apoyo a bandos contrarios –nyerros y cadells–, respectivamente. Nuestro protagonista se ve obligado a huir a Francia prometiendo vengarse de don Carlos Torrellas, primo del difunto, que había jurado matarle. Don Bernardo intenta conciliar a las dos familias concertando el matrimonio de su hijo con doña Juana, hermana de don Carlos, pero los hermanos rechazan la oferta burlándose de él y aumentando la afrenta, lo que le lleva a pedir venganza a su hijo. Este intenta satisfacerle y dirige un ataque contra los cadells durante una fiesta, ayudado por su amigo el bandolero Fardi de Sau, lo que provocará su huida al monte y su conversión en bandolero.

Los coautores de la comedia transforman al bandolero villano, infiel y violento en un joven noble, defensor del honor de la familia, fiel amante y leal compañero y que manifiesta gratitud y confianza a los de su cuadrilla, cualidades que, pese a sus crímenes, le hacen ganar el favor del público y le convierten en un personaje de leyenda. Tres dramaturgos no catalanes pudieron idealizarle como un héroe prestigioso. Cataluña se convierte en la comedia en un escenario encantador que recuerda mucho a la maurofilia literaria de las comedias de ambiente granadino y al romancero morisco.



















Los tres coautores adaptaron la historia de la vida de Serrallonga a los esquemas del teatro castellano de la época, inspirándose en el drama La muerte más venturosa (finales del siglo XVI) de Félix Lope de Vega (1562-1635). Se inventaron un héroe completamente nuevo, en muchos puntos diferente del Serrallonga real puesto que enaltecen su condición social: él es hidalgo y Joana pertenece a una importante familia barcelonesa. El bandolerismo de Serrallonga está motivado por unos nobles motivos sociales, y está explicado como una demostración de la rivalidad entre «nyerros» y «cadells».

Esta interpretación tergiversada de Serrallonga pasó seguidamente a la abundante literatura semipopular durante el siglo XIX con el drama en castellano Don Juan de Serrallonga o los bandoleros de las Guillerías (1858) de Víctor Balaguer i Cirera (1824-1901), drama que se adaptó poco después en la novela Don Juan de Serrallonga (1859), novela que ejerció una fuerte influencia sobre la tradición popular relacionada con Serrallonga. Estas obras sirvieron de base para el drama de Josep Aladern (Cosme Vidal i Rosich) (1869-1919) La fi de Serrallonga, estrenado el 3 de abril de 1898 en el Teatro Regional de Reus.

Serrallonga en la música y en el cine

No sólo la figura del bandolero fue fuente de inspiración de comedias, dramas y novelas, sino que también inspiró la zarzuela Don Joan de Serrallonga con libreto en catalán de Francesc Pujols i Morgades (1882-1962) y música de Enric Morera i Viura (1865-1942), estrenada en el Teatro Tívoli de Barcelona el 7 de octubre de 1922.

Respecto al cine conocemos dos películas: la primera de 1910 dirigida por Alberto Baños y la segunda, de 1948, dirigida por Ricardo Gascón, de la que adjunto el cartel promocional.




En la época actual la historia del bandido Serrallonga forma parte también de las lecturas infantiles, así como de una miniserie de televisión en dos capítulos en coproducció d’Oberon Cinematogràfica, Televisió de Catalunya i Televisión Española , amb el suport de l’ICIC – Generalitat de Catalunya, en 2007. En la sinopsis se expresa que:

[...] Serrallonga representa uns valors universals, reconeixibles arreu i que són l’essència de la naturalesa humana. Serrallonga és també una excusa per endinsarnos en la nostra història, un viatge rigorós i fascinant per la Catalunya del segle XVII, una aventura emocionant construïda al voltant de l’enorme interès i tota la seducció que desperta la història del bandoler català més reconegut.

Fotograma de la serie




La Ball d’En Serrallonga

En algunas localidades de Cataluña aún se representa La Ball d’En Serrallonga. Se trata de un baile folklórico donde se recrea la cuadrilla del famoso bandolero. En dicho baile los bandoleros van vestidos de época y provistos de trabucos mientras ejecutan una coreografía al son de la gralla (semejante a la dulzaina)



Los pliegos

Obviamente la figura de Serrallonga, como la de otros tantos bandoleros, pasó a los pliegos de cordel y a las 'aucas' o aleluyas mediante adaptaciones más o menos fidedignas, ya fuera como influencia del teatro, de las novelas o de la inspiración de algún «ingenio popular».

Reproduzco unos ejemplos.






El pliego que damos a conocer al completo es deudor en su desarrollo de la célebre novela de Víctor Balaguer. Se encuentra escrito en trovos en forma de cuartetas glosadas, ciertamente poco inspiradas, pero dejando el final abierto a la venganza de su amante: «Juana a vengarlo marchó». Está impreso en Barcelona, Imprenta de Cristina Segura, Vda. A. Llorens, s.a.










































Antonio Lorenzo

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